The Way of Zen de Alan Watts
He disfrutado muchísimo con The Way of Zen de Alan Watts. Tanto, que me parece una excelente introducción al budismo zen. Sólo tengo una duda: el libro es del año 57 y quizá los estudios occidentales sobre el tema han avanzado tanto que éste libro esté perdidamente atrasado. No lo parece, entre otras cosas porque su descripción de los conceptos e ideas es de las mejores que he leído, pero podría ser.
El gran acierto de Alan Watts es reconocer que es muy difícil explicar conceptos de una filosofía oriental en una lengua occidental como el inglés. Simplemente, en ocasiones no hay equivalencia, o el campo semántico de los términos no se solapan adecuadamente entre una lengua y otra. Lo ideal, en ese caso, sería traducir los textos orientales empleando un término distinto en cada contexto, pero eso daría la impresión de que se habla de cosas diferentes. Por ejemplo, tiene problemas con el concepto de mente, que para nosotros es algo más precioso y definido.
La gran ventaja de Alan Watts es que da la impresión de que conoce bien los dos mundos: el que intenta describir y al que intenta comunicar. No soslaya en ningún momento las dificultades, sino que las deja claras y manifiesta, intentando superarlas pero admitiendo la posible imposibilidad.
La voz de Watts es clara, simple, tranquila, descriptiva y en ocasiones poética, no dudo que «contaminada» por el tema. Como siempre, no se muestra afectado ni pedante, incluso cuando hace reflexiones lingüísticas sobre el chino o recurre a los estudios históricos. Deja la sensación de ser una persona muy inteligente que comprende un mundo muy fascinante y que al que le alegra tener la oportunidad de explicarlo.
El libro está dividido en dos partes. La primera ofrece un repaso a la historia del zen, empezando por el taoísmo -magníficamente introducido-, siguiendo por el budismo y luego la aparición del zen en China y su asentamiento final en Japón. El proceso histórico -incluyendo la revolución dentro del budismo ante la contradicción inicial de la doctrina- es fascinante.
La segunda parte, brillante, introduce los principios y prácticas del zen. Aquí, donde podría tener más problemas, es precisamente donde mejor se defiende: ideas sobre el satori, tzu-jan, el za-zen o el koan. Aclara algunos equívocos sobre el zen, como, por ejemplo, que se trata de una filosofía fatalista o que defiende la unidad de todas las cosas. Eso sí, el problema es complejo, porque el zen tal y como lo describe Watts intenta superar el pensamiento simbólico o a las divisiones del mundo, y por tanto, se hace muy difícil explicarlo empleando símbolos. La conclusión final es que el zen no se puede explicar, sólo puede ser comprendido. Quizá por esa razón, el libro termina con un capítulo dedicada al zen en las artes.
Recomendable.
[Estoy escuchando: «Roisin Dubh (Black Rose): A Rock Legend: Shenandoah / Will You Go Lassy» de Thin Lizzy en el disco Black Rose: A Rock Legend]
En Editar Guerra y paz Mario Muchnik cuenta que decidió publicar la novela preparándose un café en la cocina de su casa una mañana de 1998. Es curioso como decisiones tan tremendas puedan tomarse en un entorno tan habitual que algunos lo llamarían anodino (aunque una cocina no tiene nada de anodina). El café le supo a gloria, cuenta.




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Pues hete aquí que estaba yo leyendo el periódico, como suelo hacer las tardes de sábado tomándome mi coca cola light al limón, cuando recibí la asombrosa noticia de que había una nueva edición de Guerra y paz con traducción también doncella. «Vaya, qué buena oportunidad para leer por fin Guerra y paz«, me dije (yo me hablo entre comillas).