Open Water

Durante buena parte de la película, sus protagonistas flotan en medio del océano rodeados de tiburones. Lo que acabo de escribir debe ser la receta de un buena película de miedo. O al menos, los creadores de ésta han logrado una buena película que te mete en el cuerpo el horror más absoluto.

No por los tiburones, claro. Esos bichos no son más que un añadido. Lo importante es haber sido abandonados en medio del océano (un error en el recuento hace que el barco se deje atrás a un par de submarinistas), en una situación desesperada, en la que no se puede hacer nada (excepto flotar) y sobre la que no tienes el más mínimo control.

Con esos elementos, basta con poner una cámara y ver a la pareja interaccionar mientras pasa por todas las fases emocionales de tal situación. Se pelean, se consuelan, amenazan a los que los abandonaron, analizan sus vidas… Las tensiones de cualquier relación larga salen a la luz y lo que nunca se dice porque hay tiempo sale todo a flote. Y por ahí andan variados pececillos que podrían ser, o no, peligrosos. Los actores son adecuados, ella mucho mejor que él, pero cumplen bastante bien con el papel. La aproximación es muy íntima incluso en las escenas iniciales que arrancan la película. Se nos invita sentirnos como si estuviésemos sentados a su lado.

¿Les rescatarán? ¿No les rescatarán?

La película es muy efectiva en provocar tensión. El abandono absoluto y el terror ante lo que podría haber bajo la superficie están perfectamente reflejados. El presupuesto de la película es muy bajo, pero hace un uso brillante de todos los elementos disponibles para crear el ambiente. Incluso se aprovechan de la leyenda «basada en un hecho real» para la narración.

Hay escenas muy buenas. Pero me quedo con la de la tormenta. Es de noche y llueve, y no vemos a los personajes porque todo está a oscuras. Sólo les oímos. Pero durante los relámpagos entrevemos a los protagonistas en el agua. Aterrorizados.

No es una obra maestra, pero es una buena película que merece una oportunidad. Sobre todo viendo como está la cartelera últimamente.

Lo que no entiendo muy bien es por qué no se llama Mar abierto. Será un misterio de los distribuidores españoles. Ya debía haber una que se llamaba así.

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Las mujeres perfectas

Por suerte, esta película dura 93 minutos. Un minuto más, es decir, 94, y el tedio hubiese sido insoportable para cualquier ser humano. En 93, el aburrimiento habrá destruido algunas neuronas no demasiado imprescindibles y podremos seguir más o menos con nuestra vida normal.

El problema de Las mujeres perfectas es que quiere ser una comedia. Es comprensible, la idea en la que se fundamenta (es un decir, más bien levita sobre ella y la roza en momentos selectos) era un truco más bien burdo ya en el año 75 cuando se hizo la primera. En aquella época tenía algo de sentido: la sátira de unos hombres convirtiendo a sus mujeres en robots porque no se adaptaban a vivir en el nuevo mundo de la liberación de la mujer. Lo dicho, ya en su día la idea ya tenía un grano algo demasiado grueso, y hoy en día es tan tosca que hace que el coche de los Picapiedra parezca un modelo de alta tecnología. Por tanto, el remake (si uno se plantea que es necesario, cosa de la que no me han convencido) hay que hacerlo en clave de comedia.

Por desgracia, como comedia la idea no tiene el más mínimo interés. En primer lugar, porque al ser una comedia sabemos ya que todo acabará bien y que a la protagonista no le pasará nada. No hay ninguna sensación de peligro, ninguna impresión de que algo podría llegar a salir mal, ninguna tensión. Ya sabemos que al final todo se resolverá y el orden triunfará. Tan claro lo tiene el guión, que se limita a desgranarse tan mecánicamente como si de una de sus protagonistas se tratase. Y de ahí surge el segundo problema: la idea no es de comedia y por tanto hay que añadirle chistes al guión para que la cosa funcione. Es resto es simplemente aguardar al siguiente chiste. Y como los chistes son escasos, no muy buenos y tardan en aparecer, pues uno se aburre esperando por ellos.

Pero confieso que había algo que no me esperaba de la película. No creía que fuese a ser gran cosa, pero no me esperaba que fuese tan devastadoramente machista.

Porque verán, es una comedia, luego hay que reírse de alguien. De los maridos, pensarán ustedes de inmediato. Esos señores que desean convertir a sus mujeres en robots a los que se les puede agradar las tetas con un mando a distancia. Pues no, curiosamente se les trata con mucha simpatía. Algo así como si fuesen unos pobres seres que no saben controlarse y hicieron lo que hicieron porque sus mujeres les hacían sentirse mal. ¿Por qué les hacían sentirse mal? Porque tenían más éxito, ganaban más dinero y hacían las cosas mejor que ellos. ¿Reciben su justo castigo al final? Pues ya me dirán ustedes qué castigo es ése.

Por tanto la película decide reírse de las mujeres. Y de un grupo en particular: de aquellas mujeres de alto nivel profesional, que dirigen empresas, controlan cadenas de televisión o son expertas en genética -ya empieza con algunas insinuaciones (vamos a ver, el concursante fue allí voluntariamente, ¿no? Entonces, ¿qué culpa tiene la pobre Nicole Kidman? ¿A qué viene simpatizar con él?) y el final de la película lo deja bien claro. Nos ilustra en dos ocasiones la imposibilidad de que una mujer tenga éxito en su trabajo y sea simultáneamente feliz. No. La felicidad sólo está al alcance de las mujeres que aceptan a sus mariditos, cuidan de la casa y hacen la comida (tal y como los robots, vamos). Mujer, si quieres trabajar y tener éxito, sólo te aguarda la infelicidad y grandes dosis de Prozac en el mejor de los casos (en el peor, te convierte en una psicópata). No hay termino medio. Advertida quedas.

Mucho hemos avanzado desde el año 75.

Una cosa con las mujeres robots. No queda nada claro si son robots o siguen siendo ellas pero controladas con chips. Al final parecen que simplemente las han reprogramado, pero en una escena se ve como a una de ellas la usan como cajero automático (en serio, no es tan divertido como podría sonar). Da la impresión de que la misma película no lo sabe.

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Indios en el espacio

G. Madhavan Nair, presidente de la organización de investigación espacial india, dijo a los periodistas que la India podría poner a alguien en órbita en unos siete u ocho años. Pero sólo si al país le apetece, que el coste rondaría los 2.200 millones de dólares. Dinero de bolsillo, vamos, considerando sobre todo que los más de 1000 millones de ciudadanos del país viven en la más absoluta abundancia y tienen todas sus necesidades cubiertas.

La única razón que ofrece para hacerlo es demostrar que la India no se queda atrás tecnológicamente, sobre todo ante China. La verdad, como mucho daría la impresión de no quedarse atrás en métodos arcaicos de tirar el dinero, porque lo de poner gente en el espacio ya lo hicieron otros hace cuarenta años. ¿No sería mejor investigar en algún campo nuevo de la tecnología? La nanotecnología suena fantasiosa, pero a lo mejor sirve para algo.

Eso sí, los indios no son tontos, porque luego añade:

Nair said, however, that he felt that there was no scientific reason for sending humans into space, since unmanned communications, remote sensing, and other satellites can be used for a fraction of the cost of sending humans into space.

Bien dicho.

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セゴビアのすべて

La encontramos en el parador de Segovia. Las guías están siempre en varios idiomas, pero reconozco que me hizo mucha gracia encontrármela también en japonés (también había un libro en japonés escrito por un japonés sobre los 100 pueblos más bonitos de España. Pero al comprobar que no salía ningún pueblo de Canarias lo dejé. Me pudo el nacionalismo), así que me la compré (me contarón que sí, que por allí pasan muchos japoneses). De todas formas, sólo iba a mirar las fotos, así que me da un poco lo mismo el idioma (tenemos otros libros sobre Segovia, aclaro).

Tengo que mirar si hay guías de Santiago en japonés. Supongo que sí, aunque nunca me he fijado.

Por cierto, el título parece significar Todo sobre Segovia.

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Segovia

Bonita ciudad Segovia. Es un laberinto con mucho encanto y es muy agradable para pasear, aunque llueva y tengas que ir con paraguas. Me encanta el estilo de construcción y también el color de los edificios. Cuando cae el sol de la tarde todo adquiere un tono especial.

Hemos visto la catedral, el alcázar y por supuesto el acueducto (es como difícil no verlo). En mi cuenta de Flickr he puesto algunas fotos.

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Dark Water

Lo de ser madre es muy complicado. La pobre Yoshimi está histérica. Aunque, la verdad, razones no le faltan. Está pasando por lo que parece un traumático divorcio, no encuentra trabajo, no tiene dónde vivir y encima batalla por la custodia de su hija de seis años Ikuko. Incluso cuando consigue piso, tanto el encargado del edificio como el agente inmobiliario parecen tratarla como una idiota, pasando de sus quejas sobre esa persistente mancha de humedad en el techo. El único que es simpático con ella es Kishida, un abogado (imaginen, un abogado haciendo de personaje positivo); aunque incluso él es excesivamente racional para comprender a tiempo lo que está pasando.

(Curiosamente, en las películas americanas son los policías los que siempre ofrecen las explicaciones racionales -equivocadas-. Parece que en las japonesas esa ingrata tarea la realizan los abogados.)

Es curiosísimo lo poco que necesitan los japoneses para montarse una película de terror -aunque sería mejor decir que se trata de una muy efectiva historia de fantasmas. Básicamente el único elemento terrorífico es ese impresionante edificio de apartamentos de cemento gris, lleno de recovecos y con un ascensor que permite entrever en riguroso blanco y negro, a través de una cámara de vigilancia, lo que sucede en el interior. Es un edificio que deprime nada más verlo, que arranca el calor del corazón de cualquier ser humano y lo deja convertido en un témpano de hielo. El lugar perfecto para que lo habite un fantasma.

También hay una mancha de humedad recalcitrante. Una mancha imperialista donde las haya, que va ganando terreno poco a poco hasta descargar en torrente sobre los que tiene debajo. Y un apartamento lleno de agua, en el que incluso parece llover. Por no mencionar el deposito herrumbroso de agua, donde el espectador sabe qué ha sucedido en cuanto aparece en escena (y bien poco importa saberlo). Mucha agua, sí. No en vano la película se llama agua sucia.

Con unos sabios movimientos de cámara, con una cuidadosa selección del ángulo, y con las perfecta reacciones de la pequeña Ikuko (que está al otro extremo de los críos insoportables del cine) los creadores convierte el agua en un elemento perturbador. La basta con salir de un grifo para amenazar a todos los presentes. No precisan más que dar a entender una presencia (una sombra fugaz, una imagen borrosa) para provocar una sensación de escalofrío. La escena en la que Ikuko se oculta en el colegio es magistralmente perturbadora. Incluso cuando sale el fantasma, está tratado con ciertas distancia, si permitirle tener demasiados detalles.

La historia es muy lineal. O más bien diría simple, poco más que una anécdota. Cualquier aficionado a este tipo de cine descubrirá inmediatamente qué le pasó a la niña que vivía en ese edificio y desapareció dos años atrás. Pero esa simplicidad juega a favor de la película, porque lo importante no es ese misterio, sino uno humano y más interesante: qué les pasará a Ikuko y a su madre. A ese respecto, la conclusión de la película es simultáneamente amarga y conmovedora. Una madre puede llegar a hacer muchos sacrificios.

Resumiendo, una pequeña joyita.

Tengo que contar cómo acabé viendo esta película. Me pasé por la página de Kitsune (la imagen la he sacado de su página) y vi que hacía referencia a ella. Luego, paseándome por un quiosco, vi la película por unos 9 euros y me la compré. Me alegro, la verdad.

Ahora tengo The Ring para ver. Dicen que es mejor.

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Los papas de la trucha eran salmones

Científicos japoneses (tienen imaginación, hay que reconocerlo) inyectaron séxulas germinales de trucha en salmones jóvenes. Cuando los salmones alcanzaron la madurez sexual produjeron semen y óvulos de trucha. Aunque sólo el 0,4 por cierto de los retoños eran truchas sanas. El resto eran híbridos que murieron muy pronto. Los científicos emocionado, piensan aplicar la técnica para salvar ciertas variedad de atún apreciada por los comedores de sushi. Como el atún crudo es efectivamente una delicia, estoy totalmente a favor.

Por lo visto también creen que la técnica podrían ayudar a especies en vías de extinción, pero ignoro si dichas especies son comestibles.

Para saber más: Salmon Gives Birth To Trout y Salmon gives birth to trout in scientific leap that gives hope to endangered fish.

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