Desde el telfono
Estoy probando un programa para actualizar desde el mvil. Parece que funciona.
Estoy probando un programa para actualizar desde el mvil. Parece que funciona.
Me encantan como hacen estas cosas. Audition está rodada con tanta tranquilidad que si uno no supiese que es una película de terror (porque lo dice en la carátula del DVD) y porque sale alguna imagen inquietante, casi podrías creer estar viendo una comedia agridulce. Incluso cuando llega el estallido de violencia final (una escena de tortura y mutilaciones con mucho tonos sexuales), hay tanta tranquilidad y precisión en el desarrollo de la escena que el efecto es todavía más impactante. Hemos visto muchos pies cortados en otras películas de terror, pero posiblemente ninguno cortado con tanto mimo y primor como aquí, y luego desechado con tanta desatención.
Aoyama, un viudo hombre negocios, decide un día volver a casarse (él, que ni siquiera se da cuenta de que tiene el amor delante de las narices). Todo por un comentario de su hijo -el nuevo Japón, en contraste con su padre que vive en un mundo que desaparece con rapidez- quien no parece tener ningún problema para ligar: les habla a las chicas sobre dinosaurios (por lo visto, esos trucos funcionan en Japón. Yo tengo un amigo que intentaba ligar hablándoles a las chicas de Java, pero no funcionaba igual de bien). El problema es que Aoyama no sabe por dónde empezar. Porque lo que realmente quiere es una amante esposa como las de antes. Pero nada, a su amigo se le ocurre la genial idea de montar una audición, con la excusa de una supuesta película, para encontrarle esposa.
Audition se puede entender de muchas formas, pero una muy evidente es el comentario de la posición de la mujer ante los ojos de esos dos hombres. Aoyama y su amigo no son malas personas, pero hay algo ciertamente sádicos en ese desfile de señoritas dispuestas a hacer cualquier cosa delante de esos dos caballeros. Sumisas son, un rato, y cualquiera de ellas sería una esposa perfecta. Pero Aoyama ya venía previamente encaprichado de Asami, quien parece la más perfecta de todos. Lo que no saben es que si Aoyama buscaba esposa, Asami buscaba…
Asami vive en un apartamento. Se sienta en el suelo y se mantiene cabizbaja aguardando continuamente. ¿El qué? Quizá que salte la trampa. Su única compañía: un saco blanco que se agita, retuerce y gruñe cuando suena el teléfono. ¿Qué hay en el saco? Quizá un antiguo amante mutilado. Quizá la propia Asami, encerrada en el papel que se espera de ella. Quizá su locura, que salta cuando suena la alarma. Como sea, lo impresionante es verla erguirse y sonreír cuando sabe que todo se ha puesto en marcha.
Porque verán, Aoyama ha quedado definitivamente atrapado. Aún sabiendo que algo no va bien, incluso desestimando las protestas de su amigo, se interna en un mundo complejo, hecho de recuerdos del pasado de Asami (¿abusaron de ella o abusó ella de alguien para convertirlo en su acosador? ¿Asesinó a una persona? ¿Es sádica o masoquista? ¿O es ambas cosas a la vez?) y un laberinto de sueños -con sueños dentro de sueños- que tejen una red mortal. ¿Cuánto de lo que vemos es real, cuánto producto de la imaginación de Aoyama?
La pobre Asami sólo quiere que la amen incondicionalmente. Como eso es imposible, se venga, diseccionando con cuidado a su víctima viva. ¿Es un fantasma de una sociedad antigua al que sólo puede derrotar la nueva sociedad? Quizá.
Ya he hablado de la tranquilidad de la película. También me gusta su sentido del humor, que se combina con la tragedia. El guión y el director van entrelazando temas, pasando de la sátira social al comentario feminista. Un detalle interesante es que Aoyama es un buen hombre, y un padre preocupado; y tampoco está nada claro que Asami sea ontológicamente mala. Y el final -que no voy a discutir, aunque ya me gustaría- ofrece una de esos golpes brutalmente irónicos que me voy encontrando habitualmente en las obras japonesas. Debe ser cultural.
Considerando lo poco que me gustó la primera película, ¿qué hacía yo en una sala de cine viendo la continuación El mito de Bourne? Baste decir que de pesares como éste y otros está compuesta la existencia humana.
En cuanto a la película, es marginalmente mejor que la primera. A saber, se eleva un palmo por encima del fango. Carece de la más mínima originalidad (todos los elementos son clichés robados de otras múltiples películas de espías; por ejemplo, apenas empezar ya le han matado a la novia -pobre Franka Potente- para que la venganza esté clara) y la «trama» se resuelve de la forma más previsible posible (el malo maloso aparece al principio con un gigantesco cartel en la cabeza que lo señala como tal) y el plan de los malos es absolutamente idiota (si no hubiesen pretendido implicar a Bourne se hubiesen salido con la suya) y la CIA es idiota (creer que es un agente superentrenado como Bourne cometería el error de dejar una huella). Hay momentos muy graciosos (cómo volar una casa con una tostadora) y los habituales intentos patéticos de dotar el personaje de profundidad moral (Bourne no tiene ningún reparo en dejar un reguero de coches destrozados y cadáveres mutilados a su paso, pero luego no mata a los malos malos de verdad porque no es lo que ella «hubiese querido». Aparentemente la pobre se pirraba por tullir a inocentes transeúntes que pasaban por allí).
Lo malo no es que la película sea tonta, porque películas tontas las hay a montones. El problema es que es tonta mientras la ves, que ya es un pecado capital. Bueno, lo de ver es un decir, porque como un 40% de la película no se puede ver. La escenas de acción y pelea están montadas a fragmentos no ya cortos, sino cortísimos, casi infinitesimales, y es imposible hacerse una idea de lo que está pasando. El director parece pensar que emoción significa mostrar confusión. Por eso, los mejores momentos son aquellos en que Bourne juega al gato y al ratón con sus antiguos jefes. En la distancia y con cierta inteligencia.
No dudo que harán más películas de Bourne (supongo que el hombre tendrá pasado suficiente para ir minándolo durante muchos años más) pero estaría bien que la próxima vez intentasen escribir un guión antes de pasar a la sala de montaje.
Las mujeres se reúnen tras la comida y hablan de sus cosas. ¿De qué hablan? Pues repasan sus vidas, cuentan historias, diseccionan realidades, prejuicios o lugares comunes, examinan alternativas y en general pasan un buen rato. O eso cuenta Marjane Satrapi en este extraordinario Bordados que entre dibujos y textos va construyendo lentamente un tapiz, o bordado, que ilustra la vida de las mujeres en su país Irán.
Satrapi aprovecha toda la página, dibujando incluso con las palabras. Los textos están «escritos a mano» e interaccionan y informan los dibujos. Las historias son en ocasiones trágicas, a veces patéticas, otras graciosas. Todas ellas están unidas por el hilo común de las mujeres reunidas alrededor del té. El fin último es hablar, charlar. A nosotros nos ilustran, creando un reflejo de la condición de la mujer en cierto momento determinado (aunque uno acaba sospechando que en algunos aspectos el país es lo de menos).
Al principio me sorprendió un poco ver este cómic en las librerías no especializadas. Tras leerlo, lo comprendo perfectamente. Está imbuido de una sensibilidad que pueden conectar muy bien con lectores no habituados. Además, su combinación de dibujo (sin recuadros y composición secuencial) y mucho texto hacen que a primera vista no parezca un cómic. Si así venden más, bien está.
Una cita:
Cuando la serpiente envejece, la rana le da por el culo.
Pues nada, aquí está:
Investigative journalist Mark Opsasnick investigated the case and concluded that the Mount Rainier story, as popularly held (and which Blatty used as a basis for the novel), could not be true. For one thing, the family that occupied the home at the time the alleged possession took place did not have a boy there, demon-possessed or otherwise: the occupants were childless. Long-time neighbors denied that anything horrific or supernatural had ever occurred there. There was, however, an actual exorcism done (not in Mount Rainier but in Garden City, Maryland), though virtually all of the gory and sensational details were embellished or made up. Simple spitting became Technicolor, projectile vomiting; (normal) shaking of a bed became thunderous quaking and levitation; the boy’s low growl became a gravelly, Satanic voice. And so on. Those interested in the full details can find them in articles by Opsasnick. One is «The Haunted Boy,» published in Fortean Times, Number 123, page 34; another is in Strange Magazine, 1998, Number 20. The piece is also available online at www.strangemag.com.
El fin de semana pasado visité a mis amigos Ricard, Joan Manel, Mercé y Gay y Joe Haldeman (que venían a España a participar en Kosmopolis). Lo pasé muy bien, porque su compañía es siempre agradable.
Joe es escritor de ciencia ficción y también da clases sobre cómo escribir ciencia ficción nada menos que en el MIT. Me dejó sorprendido cuando me dijo que este año iba a usar en clase «El día que hicimos la Transición» (en su versión en inglés, «The Day We Went through the Transition«, y hace poco publicado en la antología Year’s Best SF 9). La dinámica de la clase parece consistir en asignar las lecturas y luego realizar una puesta en común sobre el sentido del cuento. Comentamos algunos detalles locales de la historia.
No sólo pasa uno el día con amigos, sino que se lleva sorpresas como ésta.
Doy fe, en el aeropuerto de Barcelona se puede desayunar sushi. Gran lugar.
Eso sí, es más bien sushi de nombre que otra cosa.