Melinda y Melinda, o los dioses deben estar locos

¿Por qué Woody Allen no se ha retirado ya?, me pregunto en el interior del cine. Podría dedicarse a viajar por el mundo, a cuidar de sus hijos y a no ir a la ceremonia de los Oscars todo lo que quisiese. Pero no es así. Obstinadamente sigue produciendo una película al año, aunque hace mucho tiempo que quedó atrás esa época en la que uno salía del cine convencido de haber visto la obra de un gran director (la última que recuerdo fue Hannah y sus hermanas, hace casi veinte años). Desde entonces ha ofrecido una serie de película, algunas de las cuales estaban bien, y otras eran bastante pobres, indignas de su pasado. Pero confieso que nunca nada como Melinda y Melinda.

Todo comienza con los dioses de la comedia y la tragedia sentados en un café hablando con sus amigos. El dios de la comedia defiende una visión fundamentalmente trágica de la existencia, afirmando que la comedia permite evadirte de esa realidad ineludible. Al contrario, el dios de la tragedia defiende una visión cómica de la existencia, en la que no hay ningún hecho que en última instancia no sea patéticamente divertido. Uno de los otros dos propone un experimento, les cuenta una serie de anécdota (una persona irrumpe en una cena) y pide a cada uno de los autores (o dioses, lo mismo da) que decida si se trata de una tragedia o una comedia. En ese momento, el dios de la comedia se pone a inventar una comedia y el dios de la tragedia una tragedia, y las historias de la pobre Melinda comienza a desarrollarse en paralelo.

Piensen durante un segundo en la otra película evidente que se podría haber hecho. ¿Y si el dios de la comedia hubiese intentado escribir una tragedia o el dios de la tragedia una comedia? Bueno, en realidad eso es lo que pasa, porque ambas historias son tan ineptas que es difícil creer que se estén ofreciendo en serio. De hecho, todo suena a colosal broma, a que Woody Allen ha decidido finalmente engañar a sus espectadores ofreciéndoles trivialidades y tópicos vendidos como profundas reflexiones sobre la condición humana. Porque las dos historias no son más que eso, sucesiones de tópicos (en un caso de la comedia y en el otro de la tragedia) salpicados por diálogos inmaduros que fingen ser ingeniosos, agudos y perspicaces pero que en realidad servirían de justificación a eso de que si no tienes nada que decir es mejor callar.

La tragedia más que tragedia es como un culebrón sin ritmo. Aburrida y repetitiva, se limita a desgranar una serie de amoríos alrededor del personaje de Melinda. Hay traiciones, pasados terribles, posibilidades truncadas y demás. Lo que no hay, lamentablemente, es la más mínima pizca de interés u originalidad. Ni quiera al propio Allen le importa. Coloca la cámara allí donde cae y rueda lo que en ese momento esté frente de la lente, sin preocuparse más que de tener el metraje mínimo para montar la película. Siempre se le había visto a Woody Allen, incluso en sus peores momentos, preocupado por contar al menos una historia que tuviese cierta gracia. No en este caso.

La comedia es ligeramente mejor. No es que sea buena, pero al menos no es tan tediosa como la tragedia, y se hace algo más llevadera. En parte se debe al actor que hace de Woody Allen. Pero sigue siendo la sucesión de tópicos más larga que le he visto jamás a este director. Todo sucede exactamente como cualquier espectador puede predecir. A lo mejor ésa era la idea. Sin embargo, es triste darse cuenta de la total falta de sinceridad de su autor. No hay ni un sólo elemento que suene a verdadero, ninguna emoción que parezca genuina.

La conclusión final es que la vida depende del color del cristal con que se mire. Eso tal cual lo dice un personaje al final de la película. O una de dos, o Woody Allen está siendo irónico en un grado sobrehumano, o piensa que todos somos tontos y no nos habíamos dado cuenta. Que esa obviedad se ofrezca como conclusión de una película que parece durar tres horas de aburrida que es (debe ser la primera vez que me pasa en una película de este hombre) debe ser la prueba definitiva de que Melinda y Melinda se hizo para cubrir el expediente y mantener el cupo de una peli al año.

Mientras tanto, para el tema de cómo podría ser diferente la vida, y líneas argumentales que corren en paralelo, les recomiendo Dos vidas en un instante y Corre, Lola, corre. Ninguna de las dos pretende ser una «deliciosa reflexión sobre la condición humana». ¿Será casualidad que las dos sean más interesantes, profundas y divertidas que la de Woody Allen?

Otro comentario sobre la película

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Grandes películas reexaminadas

HISTORY’S NOTABLE FILMS, RECONSIDERED. Revisión de algunos grandes clásicos. Me encanta el comentario sobre Babe:

Let me see if I understand this: The farmer and his family routinely slaughter and eat the animals on their farm. The animals are all sentient beings, who understand this and do nothing to escape-in fact, they work hard to curry favor with the farmer, in order to prolong their lives. This is the sort of children’s film that Roman Polanski would make.

(vía Bob Congdon)

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Foxylicious

Foxylicious es una extensión que te permite añadir tus enlaces de del.icio.us a los enlaces de tu Firefox. Muy útil.

Foxylicious is a Mozilla Firefox extension that integrates your del.icio.us bookmarks into your browser bookmarks.

The first time you use it, it will import all your del.icio.us bookmarks, and separate them by tag into bookmark folders. Subsequent imports will add any new del.icio.us bookmarks you’ve created since the initial import.

(vía Blethers.com)

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El sistema del mundo

Hoy he recibido un paquete de Amazon que entre otros libros contenía The System of the World de Neal Stephenson, tercer y último volumen del Ciclo Barroco (Azogue, La confusión y ahora éste). Curiosamente he sentido un poco de tristeza. He disfrutado enormemente de los otros dos (tanto como lector como traductor) y me fastidia que se acaben. Hay libros más fáciles de traducir que los de Stephenson, pero muy pocos que ofrezcan la misma satisfacción al tener que leerlos palabra a palabra.

Lo mejor de Stephenson es que crea universos que parecen poseer la misma complejidad de la realidad. Hay bandos, hay interacción entre personajes que apenas se ven, hay grandes masas en movimiento y dinámicas sociales complejas. Ya era así en Criptonomicón, que ofrecía una asombra visión de lo que era montar algo como la segunda guerra mundial, y todavía más cierto con el ciclo barroco, que cubre la historia de la ciencia, las intriga cortesanas de la época, la evolución del comercio internacional, los intríngulis del arte marinero, la vida en ciudades que apenas han dejado de ser medievales, los avances tecnológicos y las especulaciones históricas. Básicamente, Stephenson se las arregla para crear un planeta extraterrestre que cubre los años finales del siglo XVII y los primeros del XVIII.

Me tiene especialmente fascinado todos los detalles sobre el sistema monetario de la época. La acuñación de monedas, los métodos para enviar dinero de un lado a otro, el recurso a metales preciosos, etc… me parecen fascinantes. Tengo que leer más sobre ese tema.

En cualquier caso, espero que este libro me resuelva un par de misterios que me quedan. No sé si contará quién es Enoch Root, sobre todo porque un comentario del personaje parece indicar que ni él mismo conoce su naturaleza real. Como parece que está claro que es muy longevo, y que se corresponde con el Enoch Root que salía en Criptonomicón, y tras algunas claves que aparecen en La confusión, tengo una teoría. Veremos si se confirma.

Pero mi mayor duda es quién es Eliza. Todos los demás personajes ficticios de importancia en la novela tienen alguna relación con Criptonomicón (incluso sale un Goto, jesuita samurai), pero Eliza sigue siendo por el momento una cifra. No tiene apellidos, y por tanto es difícil relacionarla con alguno de los personajes de la anterior novela. Veremos también.

De la contraportada:

The year is 1714. Daniel Waterhouse has returned to England, where he joins forces with his friend Isaac Newton to hunt down a shadowy group attempting to blow up Natural Philosophers with ‘Infernal Devices’. One of the leading suspects is Newton’s arch-enemy, the master counterfeiter Jack the Coiner, a.k.a. Jack Shaftoe, King of the Vagabonds. For Jack, Newton believes, controls the legendary Salomonic Gold, which Newton has vowed to claim for himself, no matter what the cost.

As Daniel and Newton conspire, an increasingly vicious struggle is waged for England’s Crown: who will take control when the ailing queen dies? Tories and Whigs clash as one faction jockeys to replace Queen Anne with ‘The Pretender’ James Stuart, and the other promotes the Hanoverian dynasty of Princess Caroline a protégée of Eliza, Duchesse d’Arcachon). Meanwhile, a long-simmering dispute between Newton and Gottfried Wilhelm Leibniz comes to a head, with potentially cataclysmic consequences…

Wildly inventive, brilliantly conceived, The System of the World is the final volume in Neal Stephenson’s hugely ambitious and compelling saga. Filled with a remarkable cast of characters in a time of genius, discovery and change, The Baroque Cycle is a magnificent and unique achievement.

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Así es América

Hoy, La voz de Galicia publica una interesante columna titulada «Las elecciones norteamericanas» firmada por Felipe Fernández-Armesto. Es un texto que desde la perplejidad -admite no poder entender el sistema político norteamericano- indaga en como un individuo como Bush pueda ganar las elecciones.

Hasta ahí bien, pero mi sorpresa fue mayúscula al llegar a la última parte de la columna, donde pone algunos ejemplos de cómo es la sociedad americana para que Bush pueda ganar y uno de ellos es:

Se ha anunciado una película infantil, que está por salir justo antes de las elecciones, en la cual un equipo de muñecos policiacos -se lo digo, señores lectores, en toda seriedad, aunque parezca mentira- se dedica a aniquilar muñecos terroristas a sangre y fuego. Los muñecos buenos son, por supuesto, blancos y bonitos, mientras que los malos son árabes de facciones distorsionadas y llenas de malicia. Escuadrón América – policía mundial, reza el título de la película. En efecto, el mensaje de presidente a los votantes es: en tiempos de guerra, hay que apoyar el gobierno vigente; no hay que fiarse frente al terrorismo de la gente que valora la justicia, la razón o la libertad más que la seguridad. Muchos, por lo visto, se lo creen.

Jo, no sabía yo que Team America fuese una película infantil. Pero tampoco me había enterado yo de que una película donde los terroristas llevan cortauñas (porque ya se sabe, son ADM y por algo no te los dejan llevar en el avión) fuese pro-Bush. Si de algo se queja la crítica es de que la película es tan nihilista que no está a favor de nadie y en contra de todos.

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