De Diderot

Félix de Azúa en El aprendizaje de la decepción:

A lo largo de treinta años Diderot había descubierto, sin quererlo, el disfraz que iba a adoptar el cuerpo sacerdotal, la administración de las almas, para la era de la expansión burguesa: había descubierto al Intelectual Comprometido. A partir de entonces (no olvidemos que la primera protección legal de los «derechos de propiedad intelectual» son obra de la Revolución de 1789), los intelectuales se convertirían en el brazo pedagógico del Estado y en peones de brega política. A partir de 1789, una utilización terca de la virtud pública ha ido llevando a muchos intelectuales a los ministerios, a las direcciones generales, a las subsecretarías generales técnicas; ha ido haciendo Sénecas de los Sócrates. Los Intelectuales Comprometidos sólo han tenido un verdadero concurrente, el Obrero bajo su disfraz de Proletario, otro usurpador del monopolio de la Virtud. La historia de sus desacuerdos y alianzas es la historia de nuestros propios juicios morales. Porque nuestro modelo moral es Kant, y no el Soldado Desconocido, o Aquiles. Porque todavía nos encontramos en pleno triunfo del ideal defendido por Diderot y la Ilustración: la dictadura moral de los intelectuales (y los obreros), únicos capacitados para dirimir tales cuestiones. Ellos mantienen el monopolio del único valor real, de la única mercancía sólida: el significado. El resto, claro está, es insignificante.

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20th Century Boys

Naoki Urasawa es el creado de un cómic llamado Monster, publicado por Planeta en 36 entregas, cada una delgada cual loncha de mortadela. Empecé a leer Monster y me encantaba, pero ese sistema de publicación tan atomizado tiene un peligro: si te despistas durante un par de meses pierdes el hilo de la historia y se hace muy difícil recuperar los números perdidos. Así llegué hasta el número 10 y a pesar de que me gustaba mucho, la dejadez me pudo. Quizá lo reediten en algún formato que se aproxime más al grosor de, digamos, una croqueta.

Pero vayamos con 20th Century Boys. Un compañero de facultad me comentó que lo habían sacado y recordando la buena impresión de Monster, lo compré. Se lee de un tirón, que menos, y es realmente una historia que engancha. Hay conspiraciones para dominar el mundo, ociosos juegos de infancia que parecen haberse convertido en pesadillas en la edad adulta, misteriosas desapariciones y asesinatos… Todo sabiamente dosificado para que el lector crea entrever algo pero no sepa exactamente qué está pasando.

Pero lo mejor son los personajes, dotados de vida y que saltan de la página con apenas unos detalles. Como la narración va saltando en le tiempo, hay mucha oportunidades para contrastar la visión del mundo en la infancia, la adolescencia y la edad adulta. Naoki Urasawa entremezcla muy bien todos los elementos, y el ritmo narrativo es perfecto para este tipo de narración. Elementos que auguran un muy buen thriller con grandes dosis de comentario vital.

Por cierto, mi personaje preferido es Donkey.

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