El mundo es el infierno: Angel
Escribo para la revista Solaris una columna dedicada a las series de televisión (que me encantan). Acabo de encontrarme la columna que escribí sobre la serie Angel y me he decidido a ponerla. Se publicó en el número 22 de marzo de 2004. Tengo más, y quizá me plantee ir poniéndolas.
Si el instituto es el infierno, ¿qué es el resto del mundo? Al final de la tercera temporada de Buffy los personajes se disponían a ir en busca de la respuesta a esa pregunta. Pero lo harían en dos grupos. Buffy y sus amigos por un lado, camino de la Universidad, para aprender que -a pesar de los monstruos en el armario, los directores a sueldo de un demonio y los alumnos convertidos en peces- el instituto no estaba tan mal. Y Angel -que fuera gran amor de Buffy a pesar de ser ella cazavampiros y él, desgraciadamente, un vampiro- a Los Angeles a descubrir que en cuestión de maldades, hay pocas que una ciudad moderna no pueda concebir o conjurar.
Angel no se fue solo, claro. También le acompañó en la aventura ese gran personaje, Cordelia Chase: en parte fuente de humor, en parte el corazón del grupo. También se les uniría el ex-watcher Wesley. Y con el tiempo ese grupo inicial iría acumulando personajes como quien se pone años a cuesta, hasta formar un coro que se extendía por todo el espectro de las posibilidades humanas. Porque no me dirán que no es genial tener a un demonio verde, empático y cantarín. O ese abogado que ahora es bueno, ahora es malo, ahora soy bueno otra vez, ahora… no sé, ya veré.
¿Y a qué mal se enfrenta uno en la gran ciudad? Sí, claro el vampiro ocasional, algún demoniejo (hay tantas y tantas razas de demonios que yo me muero por leer el libro que los describe a todos), y esas amenazas para el mundo ya conocidas. Pero el mal en sí mismo, la esencia completa, el corruptor definitivo, la vileza absoluta es ese encantador bufete de abogados del infierno que felizmente representará a cualquiera cuyas iniquidades se salgan de lo común y, evidentemente, tenga dinero para pagarles. Ya ven, en la ciudad el mal viene debidamente certificado y asesorado.
¿De qué va Angel? Pues Angel va de la redención. Si Buffy trataba del deber, de una chica que un día descubre que ha sido elegida para un puesto que no había solicitado, Angel trata de un vampiro que recibe una segunda oportunidad en forma de alma. El alma es un castigo -él tampoco la pidió-, porque le hace ser consciente del mal causado y le impele a su vez a remediarlo. Las cinco temporadas de Angel -porque acaban de anunciar su cancelación- no son más que un viaje tortuoso hacia el perdón de los pecados pasado. Tortuoso, porque en ocasiones, en el negocio de salvar a los demás, no sabes bien si haces lo correcto o no.
Confieso que al principio no las tenía todas conmigo sobre la serie Angel. ¿De verdad ese vampiro sidekick de la cazadora iba a poder sostener una serie propia? No contaba con el genial equipo de guionistas, que ya había convertido a Buffy en toda una maravilla, capaz de reconvertir personajes, remodelar vidas y dotar de fuerza al argumento más cansado. Así tenemos a Cordelia, un personaje maravilloso que encuentra finalmente su fin en la vida. O Wesley, que deja de ser un calzonazos y el alivio cómico para transformarse en un jefe con todas las de la ley. O Darla, resucitada por la magia de la televisión y reconstruida de arriba a abajo para transformarla en un personaje lleno de matices. O Faith, la cazadora algo desquiciada que regresa también en busca de perdón.
Creo que realmente lo que me convenció de que Angel era una gran serie fue el elemento fuertemente coral. A Joss Whedon le gustan los grupos de personas (en su espléndida serie Firefly, también cancelada sin llegar siquiera a una temporada, tenía nada menos que 9 protagonistas) y hay que reconocer que los sabe tratar muy bien. Enfrenta a unos personajes contra otros, los separa, los vuelve malos, les hace responder de formas diferentes. Así se asegurar de cubrir todas las emociones, de ofrecer todos los puntos de vistas, de convertir un episodio -sí, me voy a atrever a usar la palabra- en arte. Y también, ofreciendo guiones sustanciosos, buenos argumentos, desarrollos interesantes y humor inteligente sobre una premisa atractiva