#26 Ilium
Es asombroso lo que puede hacer un escritor de talento. Especialmente un escritor de talento que se documenta. Es evidente que Dan Simmons ha leído mucho para escribir esta novela. No sólo sobre los griegos antes de ser griegos, sobre Troya o sobre la obra de Homero. También sobre Shakespeare, sobre Proust, sobre física avanzada, ciencia planetaria, etcétera. Es una novela por un lado muy anclado en lo literario (aparte de las referencias ya mentadas, hay rastros de Wells, Lovecraft y las grandes series de la ciencia ficción), pero también en una realidad minuciosa, en un sentido de la narración y la aventura bajo control absoluto del autor.
Ilium es una novela extraordinaria. Un novelón largo que se hace corto. Una aventura que recorre planetas y tiempos con tranquilidad. Simmons entremezcla tres líneas narrativas que conectan la Tierra, los satélites galileanos y Marte. Combina elementos tan dispares que parte del asombro consiste en comprobar que efectivamente le sale bien. No sólo te mete a unos movarecs (sí, llamados así por ese Movarec) capaces de citar a Proust y a Shakespeare, sino que te crees que cuando un dios frente al Olimpo les ataca dialoguen así:
«I’m sorry I didn’t see this guy in the chariot coming sooner and take some evasive action,» Mahnmut said to Orphu in the last seconds before he had to shut down comm for landing.
«It’s not your fault,» said Orphu. «These deus ex machinas have a way of sneaking up on us literary types.»
También te crees que los elois camine sobre la Tierra. O que todos los judíos del mundo hayan acabados convertido en un rayo de neutrinos. O que un historiador del siglo veinte milagrosamente resucitado sea elegido para matar a la diosa Atenea. Y eso que no les hablo de Odiseo.
El grueso de la novela, o quizá el centro que lo ata todo, se refiere a la guerra de Troya. Los dioses, que viven en lo alto del Olimpo marciano, se entrometen en los asuntos de los hombres. Está Helena, que efectivamente es la mujer más hermosa del mundo. Y los semidioses son efectivamente semidioses. La comparación con Troya es inevitable. El guionista del bodrio cinematográfico no puede ni compararse con Simmons, quien no sólo mete a los dioses griegos, sino que se atreve a manejar a los héroes de verdad. Su Aquiles es un personaje enorme, de presencia imponente, cruel y brutal, valiente hasta el fondo. Sus griegos son unos brutos capaces de acuchillar a alguien de arriba a abajo y adornarse el cuerpo con sus tripas, y luego ponerse a cantar y a disfrutar de la buena conversación. En muchos aspecto, Ilium es más Troya que Troya. Sus griegos son realmente habitantes de su época, hijos de su tiempo y de sus condiciones. Es especialmente revelador el ejemplo de las mujeres troyanas (de lo que están dispuestas a hacer):
I realized this was Helen of Troy -a mortal daughter of Zeus- a woman who lived in a universe where gods and goddesses had sex with mortal all the time; a world where shapechangers, divine and otherwise, walked among mere humans; a world where the concept of cause and effect had completely different meanings.
Ilium muestra a un Dan Simmons en plena forma. No sólo un narrador capaz, con la habilidad de escribir historias profundas con grandes personajes, sino también un hábil hilador de aventuras y de relatos que desafían los límites del género en que se mueve.