[En torno a la literatura] Literatura «fría»

Gao Xingjian comienza En torno a la literatura con un ensayo titulado «Por una literatura ‘fría'». El primer párrafo es toda una declaración:

La época de la literatura tempestuosa y grandilocuente propia de la revolución concluyó, a mi entender, en el momento en que la revolución puso fin a sus propias ansias transformadoras dejando tras de sí una estela de amargura y sinsabor, una sensación de tedio lindante con la náusea.

Supongo que a más de uno le daría un ataque al corazón al leer semejante comentario. Sobre todo porque sirve como punto de partida para exigir la separación entre la política y la literatura, que se deje de usar la literatura como un arma política, como un medio para un fin. Es más:

El escritor no es un héroe que intercede por la salvación del pueblo o alguien que merezca ser idolatrado, y menos aún un criminal o un enemigo del pueblo o del poder político, y si a veces cae en desgracia en unión de sus escritos, es por colmar las exigencias de otros.

El planteamiento es absolutamente individualista. El autor escribe porque quiere escribir, y lo hace por una necesidad espiritual propia. El lector quiere leer, y el proceso de lectura le conecta espiritualmente con el autor. El autor escribe por el placer de escribir, y el lector lee por el placer de leer. Nada de grupos, nada de ismos, nada de movimientos o de políticas. El simple placer del acto en sí.

Es lo que llama literatura «fría», una literatura que no tenga otro fin más que ser literatura.

Hay algo realmente tranquilizador en el concepto de literatura «fría». Es más, hay algo muy tranquilizador en la idea de lo-que-sea «frío». Una actividad que se realiza por el placer de ejecutarla y no por intentar alcanzar un nivel superior, educar a las masas o cambiar las consciencias. Por supuesto, al final se habrá producido un cambio, porque la literatura no puede sino cambiar a los lectores. Pero eso ya es otra cuestión.

Pero el planteamiento «frío» tiene pinta de ser muy relajante.

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La verdad sobre el periodismo

Todo lo que Usted nunca quiso saber sobre Periodismo. Algunos ejemplos:

Diario. Conjunto de papeles que se pueden adquirir al comprar una colección de películas, de sellos o de figurillas de Semana Santa.

Noticia contrastada. Noticia que ha perdido el valor al pasar por demasiadas manos.

Ilustraciones y fotos. Esencia de la noticia.

Portada del diario. Primera página del periódico. Tiene el objetivo de obligar al lector a darle la vuelta a la publicación para empezar por detrás.

Viñeta. Editorial comprensible.

Sección de deportes. Hazañas bélicas que tienen el propósito de dar trabajo a los académicos de la lengua y a los autores de libros de ortografía y sintaxis.

Sección de televisión. Lo que leen los españoles que leen.

Función social del periodismo. Agrupar las esquelas.

(vía Pensamientos Radicalmente Eclécticos)

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La ilusión de la consciencia

Siguiendo con la consciencia y la percepción, un interesantísimo artículo de Susan Blackmore, The Grand Illusion: Why consciousness only exists when you look for it. Su propuesta es que el flujo de consciencia no existe, que no es más que una ilusión creada por el cerebro.

Like most people, I used to think of my conscious life as like a stream of experiences, passing through my mind, one after another. But now I’m starting to wonder, is consciousness really like this? Could this apparently innocent assumption be the reason we find consciousness so baffling?

Different strands of research on the senses over the past decade suggest that the brave cognitive scientists, psychologists and neuroscientists who dare to tackle the problem of consciousness are chasing after the wrong thing. If consciousness seems to be a continuous stream of rich and detailed sights, sounds, feelings and thoughts, then I suggest this is the illusion.

Que la consciencia sea una ilusión, deja bien claro, no es que no exista, sino que sería algo diferente a lo que creemos. Por tanto, no es raro que sea tan difícil de estudiar y explicar. Todo parte de un problema simple de expresar pero, previsiblemente, muy difícil de resolver: ¿cómo es posible que objetos físicos del mundo, compuestos de átomos y esas cosas, acaben provocando sensaciones subjetivas en el cerebro de un ser humano? Por otra parte, señala que muchas de las cosas que suceden en nuestros cerebros no forman parte de la consciencia. Por tanto, ¿cómo se convierten algunos fenómenos cerebrales en fenómenos conscientes?

Lo que Susan Blackmore propone es muy simple: no existe ningún flujo de consciencia en nuestro cerebro, ninguna representación de lo que tenemos frente a nuestros ojos. Creo que su objeción principal al flujo de consciencia es que resulta evidente que es preciso un cierto periodo de tiempo para que ciertos fenómenos tengan sentido y sin embargo no experimentamos en ningún momento que las cosas carezcan de sentido y de pronto lo tengan. Oímos unas sílabas y entendemos una palabra, ¿por qué no tenemos sensación de incomprensión cuando sólo hemos oído la primera sílaba y no las siguientes? Otro argumento es la ceguera del movimiento: cuando los ojos se mueven estamos momentáneamente ciegos. Comenta varios modelos que vienen a negar la existencia de una imagen mental del mundo exterior. De hecho, parecemos capaces de actuar sobre el mundo sin control consciente. ¿Cómo es que algunas experiencias parecen formar parte de la consciencia y otras no?

Su conclusión final:

Perhaps the answer here is to admit that there is no stream of conscious experiences on which we act. Instead, at any time a whole lot of different things are going on in our brain at once. None of these things is either «in» or «out» of consciousness but every so often, something happens to create what seems to have been a unified conscious stream; an illusion of richness and continuity.

Cuando miramos introspectivamente, rápidamente se construye una ilusión de experiencia consciente y también, acompañándola, una ilusión de un yo que es objeto de esa experiencia consciente. Pero en realidad, ninguno de los dos existe: hay algo diferente en su lugar. Pero de ahí surge nuestra sensación de un flujo de consciencia.


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En torno a la literatura de Gao Xingjian

De la contraportada:

«Un escritor, un individuo frágil que se enfrenta solo a la sociedad expresándose con voz propia: aquí está, creo yo, la esencia casi inmutable de la literatura, antes y ahora, en China y fuera de China, en Oriente y Occidente.»

La individualidad del escritor y la búsqueda de un lenguaje propio son las dos constantes que hilvanan estos siete artículos, conferencias y ensayos escritos entre 1990 y 2001 y traducidos en su mayor parte por primera vez a un idioma occidental. En ellos, Gao Xingjian nos muestra una faceta teórica poco conocida, esbozada ya en su discurso ante la Academia Sueca cuando fue investido con el Premio Nobel de Literatura en el año 2000. La individualidad entendida como alejamiento de toda presión política, comercial o artística, y la búsqueda de un lenguaje propio que supere la actual esclerosis del chino literario, encorsetado en la imitación de las gramáticas occidentales, los malabarismos lingüísticos y las formas anquilosadas de la ortodoxia tradicional.

Las reflexiones de Gao Xingjian sobrepasan el ámbito de la propia cultura y adquieren una dimensión universal al incidir en la misma raíz del acto creativo literario, en la lengua en tanto que vehículo poético y en la literatura en tanto que manifestación real del individuo. La búsqueda de lo más tangible del ser humano le permite enjuiciar toda la literatura, incluida la contemporánea occidental, y el balance es positivo. Como dice Gao, la literatura nunca puede morir, pues «es un reducto de libertad espiritual y conforma la última línea de defensa de la dignidad humana».

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