Apocalípticos e integrados ante Harry Potter

En Harry Potter and The Meaning of Life Jennie Bristow examina el éxito de los libros de Harry Potter entre los adultos. En el caso de los niños, aparentemente, no hay mucho que explicar, porque a los niños les gustan las golosinas sin sustancia. ¿Pero los adultos? Pues estos, parece ser, leen los libros de Harry Potter porque en el fondo son unos infantiles:

Today’s young adults do not want to leave the parental home, they watch nostalgia programmes on ‘I love the 1990s’ when the decade has barely ended, they use websites like Friends Reunited to get back in touch with schoolfriends when they have barely left school themselves, and they go to ‘School Disco’ nights at London clubs, dressed in a version of school uniform and dancing to music from their recent past.

What should be more natural for a generation that does not want to grow up than to cocoon itself in children’s books? Books that are, as Joel Rickett says, easy to read, comforting, and nostalgic for a recently-lost youth.

Lo interesante del asunto es que no me identifico en absoluto con esa imagen. Me estoy acercando ya a la mediana edad, hace años que no vivo en casa de mis padres, leo de todo y encima lo último que querría sería volver a la infancia. ¿Es tan difícil creer que la gente a veces hace cosas porque le gustan? ¿De verdad «porque me gusta» es una respuesta tan insatisfactoria?

Le comenté a Xavier Riesco el asunto y éste me ofreció una perspectiva algo diferente. Claro que estamos alejándonos del mundo adulto, me dijo, pero no de cualquier mundo adulto, sino de una cierta concepción del mundo adulto en el que tienes obligaciones, responsabilidades y casi ningún derecho, cuya única función vital parece ser la de consumir y convertirte en engranaje del sistema. ¿Quién no querría escapar de eso y recuperar algunos -los pocos- aspectos positivos de la infancia? Quizá no le falte razón.

En lo demás, dejemos de lado la discusión de calidad literaria, siempre subjetiva, entre otras cosas porque yo creo que en la novela, la literatura actúa a nivel de párrafo no al nivel de palabras, porque entonces sería poesía -y sí, hay novelas muy poéticas, que no deja de ser una forma de escribirlas- y centrémonos en otra de las acusaciones:

It’s not that Harry Potter is a form of inappropriate social commentary – it is not social commentary at all. These books catapult the reader into a safe moral universe of Good v Evil, uncomplicated by the moral dilemmas of the real world. And it is this that, ultimately, renders them quite banal.

y observemos al personaje de Severus Snape. Fue malvado en el pasado, es tremendamente desagradable, Harry y sus amigos no lo pueden soportar, y sin embargo, se supone que forma parte de los buenos. ¿Es realmente bueno? ¿Es malo? ¿O quizá es gris y humano? El propio Harry se equivoca continuamente, rara vez gana por sí solo y en el quinto libro está francamente insoportable (cosa que me encanta por cierto, porque le añade salsa al personaje). ¿No nos sucede eso a diario? ¿No tenemos que aprender a tratar todos los días con personas que detestamos? ¿No tuvimos en su día que aprender a callarnos porque hablar a destiempo era peor? Quizá no sean profundas lecciones vitales y morales, pero tampoco me parecen banalidades.

Se dice que la literatura habla de la condición humana y que esa es una de sus grandes características. Me parece uno de esos clichés que además resultan tener algo de verdad. Lo que solemos olvidar es que hay muchas condiciones humanas y que quizá la condición humana de una periodista que escribe sobre libros no sea la reflejada en los libros de Harry Potter. Pero quizá el éxito de los libros de Harry Potter entre los niños se deba a que ellos sí se ven reconocidos en la condición humana descrita en sus páginas, pero no de una forma simple -vamos a leer una aventura- sino identificándose con aspectos concretos y viendo la conexión con sus existencias y relaciones. Por ahí parece ir este otro artículo, The Real Magic of Harry Potter:

Rowling creates a bridge for kids to cross from her magical world to their own, built out of rules and constraints that both share. The very existence of Hogwarts School, the training academy for young wizards, is a testament to the reality that learning still takes time and patience. There’s no spell that fills one’s head with knowledge; the best Hermione can manage in Book 3 is the Time Turner, to give her more hours to study. The Weasleys, Ron’s family, are still poor—and any world in which a family as hardworking, loving and generous as theirs still struggles to put food on the table is, well, a lot like our own. Mrs. Weasley can cast a spell to make dirty dishes clean themselves, but she can’t create new kitchenware out of thin air. Rowling has created a world in which a boy can fly on a broom, talk to snakes and grow gills like a fish, but he can no more easily cope with his crushing sadness about his dead parents than any other child. «She mixes the real-life struggles in with the imaginary, magic struggles,» says Casey Brewer, 15, of Longwood, Fla. «Harry and his friends have to think through the obstacles in life the same as they have to think through an obstacle that’s a three-headed dog. It’s, like, inspirational.»

Inspirational, but mercifully not perfect. Wizards have troubles and egos and envy and ratty robes they are embarrassed to wear. Harry is capable of jealousy and insensitivity. He breaks rules and doesn’t tell grownups things it would plainly be in his interest to reveal. He gets into trouble. («If he didn’t, you wouldn’t have all those pages to read,» notes Zack Ferleger, 12, of Encino, Calif.) Hermione may be smart, but she can be rigid; Hagrid is loving, but to a fault when it comes to horribly scary beasts. Ron is loyal but insecure. Rowling loves her characters and invites readers to love them, not just despite their flaws but because of them. Since one’s flaws loom large in adolescence, that is quite a healing potion.

Yo, por mi pasado profesional como profesor de instituto, tuve que tratar con muchos adolescentes. Solemos pensar que carecen de sofisticación, y quizá sea cierto que no tienen la de un adulto (sólo quizá), pero lo que siempre me dejaron claro es que inteligencia no les falta (aunque tiendan en general a no aplicarla en clase), ni tampoco una concepción propia del mundo. Quizá los libros de Harry Potter les hablen a ellos como no nos hablan a los adultos.

[Estoy escuchando: «Pero Que Seja A Gente» de Savall, Jordi en el disco Sabio: Cantigas de Santa Maria]

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La risa de Smith

Los conocidos criminales bitacoreros JJ y Algernon han decidido montar un cubil blog en el que centralizar esas fechorías parodias que simplemente buscan la fama para ellos mismo tan bien se les dan. Ya saben, en La mala leche Risa de Smith.

[Estoy escuchando: «Pode por Santa Maria, CSM163» de Savall, Jordi en el disco Sabio: Cantigas de Santa Maria]

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Comparto cumpleaños con Dios

Hoy es mi cumpleaños, ya lo había comentado. Lo que no había dicho es comparto cumpleaños con Dios (normalmente escribo dios en minúscula porque soy ateo, pero este Dios es de verdad): Joss Whedon también nació un 23 de junio (tiene tres años más que yo). Eso sí, él es un genio absoluto y un hombre de provecho que ha incrementando el acervo cultural de la humanidad al menos un par de veces y yo soy…. Bueno, dejemos el tema.

Hablemos de regalos. Me han hecho muchos, geniales y maravillosos. Sobre todo libros -por eso the pila ha dado un salto considerable- de los que ya iré comentado. También productos de belleza para hombre, una comida genial en el Mesón Roberto, herramientas de campo (es que soy un hombre), dinero (siempre bienvenido y que ya he «invertido» convenientemente) y genialidades varias. Y entre tanta cosa genial y maravillosa algo tan asolutamente cool, guay y extraordinaria que se sale de la escala. Transciende lo friki, lo freak, lo geek y todo lo demás: The Prisoner en DVD. Patrick McGoohan grabando en letras de oro su nombre en la historia cultural de la especie.

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «De toda chaga ben pode guarir, CSM126» de Savall, Jordi en el disco Sabio: Cantigas de Santa Maria]

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The Pila

What is the pila? En mi caso, es más bien un estante (un poco como el teléfono rojo, que no es teléfono y creo que ni siquiera rojo) donde están los libros que estoy leyendo o aspiro a leer. Pues nada, me he puesto un recordatorio en la página (columna de la derecha al fondo) con la lista dividida en tres apartado (con la informática se mejora todo y se puede dividir todo en grupos): los que estoy leyendo, lo que aspiro a leer o lo que he recién terminado. Si hay alguna url del libro, la pondré también. Pues eso, un servicio nuevo de Chez Pjorge.

[Estoy escuchando: «Don’t Mess With Cupid» de Otis Redding en el disco The Dock of the Bay]

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Harry Potter: 300 páginas

Hasta ahora, bien. No ha pasado nada realmente memorable, o al menos, nada que se reconozca de inmediato. El comportamiento de Harry empieza a resultar sospechoso. Vale que esté estresado y eso, pero se le ve demasiado dispuesto a lanzar gritos a la primero. ¿Habrá más de lo que parece (¿o será, estremecimiento de horror, que se está volviendo adolescente?)? Por otra parte, todos los personajes andan con un ataque de nervios brutal, por lo que quizá el comportamiento de Harry no sea tan extraño.

Este libro es definitivamente más perturbador que los demás. No sólo hay una situación de guerra encubierta (no puede ser descubierta, porque en ese caso no habría curso y entonces…) sino que muchas de las situaciones descritas en el libro son bastante horripilantes. A Harry en particular lo someten, repetidamente, a un castigo escolar sorprendetemente cruel. Eso sí, muchas referencias a la corrupción de los políticos. No sabía que los magos también sufrían del mismo problema.

Aquí hay panorámica del tren a Hogwart (vía Boing Boing).

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Doble aniversario

El próximo lunes 23 cumplo años. 36 ya, para los numerófilos. Ése es el primer aniversario. El segundo es el de esta bitácora, que el día 29 hará un año: la primera entrada oficial fue Una profesión peligrosa en la que, curiosamente, no se decía absolutamente nada.

En lo que respecta a mi cumpleaños, sólo se me ocurre que ahora estoy más cerca de los cuarenta que de los treinta. Curiosamente, con la edad me voy haciendo más tolerante. Ahora me parece muy bien que la gente haga, en general y mientras no sea ilegal o inmoral, básicamente lo que le dé la gana. No es pasotismo, es haber comprendido que en esta vida hay pocos momentos de alegría y felicidad y no es cuestión de ir reduciéndolos simplemente porque algún pope te dice lo que te debe gustar ver, leer o hacer. Lo que tengo claro ahora es que ya no soy tan joven como para saberlo todo.

También he notado que me empiezan a aburrir las novelas y prefiero el ensayo. Me estoy haciendo ya viejo pero ¿estaré empezando a pensar como un viejo? El tiempo lo dirá.

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Tramp» de Otis Redding en el disco The Dock of the Bay]

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El testimonio de Yarfoz de Rafael Sánchez Ferlosio

Curiosamente, me encanta Rafael Sánchez Ferlosio como ensayista y no me atraen nada sus novelas. No dudo que se traten de prejuicios contra las novelas en general: a medida que me hago mayor voy a descubrir que la ficción me interesa menos y mé gusta más el ensayo. Sin embargo, esta novela es una excepción: desde que se publicó me ha llamado mucho la atención. Quizá sea el asunto del hidráulico.

Yarfoz, hijo de Vigriscidio, un anciano hidráulico que habita en la ciudad de Escescésina, ha aprendido el oficio de su padre y se ha convertido en uno de los mejores profesionales al servicio de Nébride, el príncipe de la ciudad. Juntos se embarcarán en las tareas de desecación de las tierras pantanosas y de la canalización del río Dul. Pero las divergencias con otras ciudades adversas obligarán a Nébride a exiliarse con su familia. Yafoz le acompañará en una travesía por la tierra de los Iscobascos y el reino de Yund. En ese periplo, Yarfoz dará fe de cuanto le rodea, desde paisajes hermosísimos a extrañas necrópolis, y también observará las conductas de los hombres que encuentra a su paso, sus pasiones recurrentes y sus obcecaciones, en un juego de actitudes prácticamente circular.

Rafael Sánchez Ferlosio parte de un mundo imaginario -del que facilita incluso una minuciosa cartografía- para construir una historia épica e intimista al mismo tiempo. En ella sitúa una mitología áspera de destierros y empeños, de gentes hermanadas con los príncipes de los Espejos de Príncipes y de episodios próximos a Swift, a Faulkner y a Kafka, pero inequívoca y demoledoramente ferlosianos. La paz es una entelequia, la huida una realidad que se enfrenta a la guerra, y Yarfoz un hidráulico sereno que escribe cuanto ve, como si hubiera asumido la obligación de trasmitirlo para los siglos venideros. Desde la pasión, desalmado y poético, Ferlosio crea un espacio mítico que es mucho más que literatura: es la sangre de sus héroes germinando en el exilio, en el exilio de los topos y de su condición de hombres.

[Estoy escuchando: «Don’t Mess With Cupid» de Otis Redding en el disco The Dock of the Bay]

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A hombros de gigantes de Stephen Hawking

Vi este libro, A hombros de gigantes: las grandes obras de la física y la astronomía en El corte inglés y me pareció muy interesante. Por desgracia, vale una pasta y me eché atrás. Por suerte, me lo acaban de regalar.

A hombros de gigantesEste libro que el lector tiene en sus manos es una pieza única por su contenido y por quien lo ha compilado: en efecto, el gran científico Stephen Hawking ha reunido en él, por primera vez en la historia de la edición, las cinco obras que a su juicio representan el canon de la cultura universal en el campo de la Física y la Astronomía y ha escrito una introducción a cada una, explicando lo que han significado para la ciencia, vinculándolas entre sí y ofreciéndonos cinco soberbios retratos de los genios que las escribieron:

Nicolás Copérnico, Sobre las revoluciones de las esferas celestiales
Galileo Galilei, Diálogos sobre las dos ciencias
Johannes Kepler, Armonía del mundo
Isaac Newton, Principia
Albert Einstein, El principio de la relatividad

En su conjunto, estas obras, escritas por los mayores pensadores de la historia de la Humanidad, constituyen un tesoro de conocimientos científicos que nadie puede ignorar. Son las piedras miliares de la ciencia moderna que nos enseñan cómo cada uno de los grandes hombres que las escribieron construyó sus teorías a partir de las contribuciones geniales de sus predecesores, en una cadena de gigantes de la inteligencia que llega hasta nuestros días con el propio Stephen Hawking, el gran físico teórico inglés autor de los best-sellers mundiales Historia del tiempo y El Universo en una cáscara de nuez.

¿Qué leyes naturales gobiernan los cielos? ¿Puede decirse que el Universo tiene un centro? ¿Dónde se sitúa la tierra en relación con ese centro? ¿Cómo se mueven los planetas? ¿Qué los mantiene en órbita? Miles de años llevan los seres humanos tratando de responder a estas preguntas.

En A hombros de gigantes, el gran físico teórico Stephen Hawking nos explica cómo los grandes hombres de ciencia como Copérnico, Galileo, Kepler, Newton y Einstein construyeron sus teorías a partir de las geniales contribuciones de sus predecesores y cómo nos han legado, en conjunto, un tesoro de conocimientos científicos que nadie puede ignorar.

En este libro impar se reúnen por primera vez en la historia de la edición las cinco mayores obras de la Física y la Astronomía precedidas por breves ensayos de Stephen Hawking en los que explica quiénes fueron los genios que las escribieron, los grandes retos que tuvieron que afrontar (el compromiso de Copérnico con la verdad pese a su condición de sacerdote; el proceso inquisitorial que sufrió Galileo; las desgracias familiares y financieras de Kepler, las apasionadas trifulcas de Newton, los humildes orígenes de Einstein…) y su perenne contribución a la cultura universal. Hallamos en él, en efecto, escritos originales de Albert Einstein publicados por primera vez en El principio de relatividad y los libros siguientes: Sobre las revoluciones de las esferas celestiales, de Nicolás Copérnico; Diálogos sobre las dos ciencias, de Galileo Galilei; el libro quinto de Armonías del mundo, de Johannes Kepler y los Principia de Isaac Newton.

[Estoy escuchando: «Open the Door» de Otis Redding en el disco The Dock of the Bay]

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Pruebas

Estoy haciendo algunas modificaciones. Este weblog fue lo primero que hice usando Servlets y JSP y se nota mucho. En el servidor había usado PHP, y algunas de las cosas que se pueden hacer en PHP en Java no funcionan bien. Hace tiempo que quería hacer cambios, pero esto aguantaba más o menos bien -dando problemas de vez en cuando- y yo estaba tan ocupado que nunca me ponía a ello. Por desgracia, ahora está muriendo de éxito. Demasiadas visitas diarias que ponen a prueba la resistencia del código. Pues eso, que estoy haciendo cambios con la intención de mejorar las cosas. Y de paso, añadir funcionalidades nuevas.

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