¿Que quiénes son los brights? Pues lo cuenta nada menos que Daniel C. Dennet en «The Bright Stuff» (es preciso registrarse gratuitamente):
A bright is a person with a naturalist as opposed to a supernaturalist world view. We brights don’t believe in ghosts or elves or the Easter Bunny – or God. We disagree about many things, and hold a variety of views about morality, politics and the meaning of life, but we share a disbelief in black magic – and life after death.
Un momentín. Me pregunto ahora mismo si soy un bright. Aparentemente los brights (que es sustantivo, no adjetivo, es decir, la forma correcta es «Soy un bright» no «Soy bright») no creen en elementos sobrenaturales. Supongo que el término operativo en este contexto es precisamente ése: creer. Es decir, en mi concepción del mundo todos son creencias y por tanto decir «Dios no existe» es una creencia tan bien fundamentada, o tan mal, como «Dios existe». Y eso es directamente situándome fuera del discurso científico, porque dentro la situación es igual de mala. No creo que la existencia de Dios se pueda demostrar científicamente (es decir, «Dios existe» no me parece falsable) y los negativos no se pueden probar. Por tanto, ¿creo en Dios? Pues no, la verdad, pero tampoco puedo ofrecer más razón que el simple hecho de que no me gusta nada la idea de un dios creador del universo. O al menos del dios judeocristiano, que hay otros dioses (como el dios taoista de Smullyan o el dios de Robert Wright en Non Zero) en los que estaría dispuesto a creer (y ojo, estar dispuesto no es lo mismo que creer). Desde mi punto de vista, si dios existe todo es posible. Por otra parte, si dios existe, mi petición es que abdique de inmediato y se forme la república del universo para dirigir los asuntos importantes. Vamos, que me identifico completamente con la corriente de Woody Allen cuando decía que para dios él era la leal oposición. Pues eso.
En lo demás, pues más o menos igual. No creo en nada sobrenatural, ni en la vida después de la muerte ni en el conejo de pascua. Por otra parte, no creer no es lo mismo que demostrar su inexistencia (cosa que no puedo hacer). En resumen, que el mundo en general me parece un conjunto de creencias, algunas de ellas muy efectivas y otras no tanto. ¿Soy un bright? Pues viendo lo que dice Dennett sí, porque no sólo pide una creencia. Básicamente, no creo en ninguna de las cosas en la lista de cosas a no creer.
Terminado con este asunto, vayamos al origen del término. Ateos y agnósticos en Estados Unidos han descubierto que esos dos términos están tan marcados que su uso implica casi de inmediato el ostracismo social, por tanto, han tomado prestada una página del manual homosexual para luchar contra la discriminación y se han apropiado de una palabra con connotaciones positivas (como los gays hicieron, precisamente, con gay). Pretenden implatar el uso de la palabra e ir extendiéndolo, de forma que puedan reclamar los derechos de los brights.
¿Derechos?
Pues sí, el derecho de los brights a no creer, es decir a que se respeten sus creencias sobre lo sobrenatural (es decir, la ausencia de creencias) como se respetan las creencias de los demás. ¿Por qué?
Most brights don’t play the «aggressive atheist» role. We don’t want to turn every conversation into a debate about religion, and we don’t want to offend our friends and neighbors, and so we maintain a diplomatic silence.
But the price is political impotence. Politicians don’t think they even have to pay us lip service, and leaders who wouldn’t be caught dead making religious or ethnic slurs don’t hesitate to disparage the «godless» among us.
From the White House down, bright-bashing is seen as a low-risk vote-getter. And, of course, the assault isn’t only rhetorical: the Bush administration has advocated changes in government rules and policies to increase the role of religious organizations in daily life, a serious subversion of the Constitution. It is time to halt this erosion and to take a stand: the United States is not a religious state, it is a secular state that tolerates all religions and — yes — all manner of nonreligious ethical beliefs as well.
En España, me temo, está sucediendo algo similar. Si bien en Europa el tema religioso no está tan presente como en Estados Unidos, en nuestro propio país ya han implantado obligatoriamente la religiosidad en las escuelas: el concepto de que el estado natural humano es tener una religión, sea la que sea. ¿Nos empieza a hacer falta un movimiento bright?
[Estoy escuchando: «Contrapunctus I» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. I]