Supercuerdas por aquí, supercuerdas por allá

El universo elegante de Brian Greene es un libro de divulgación sobre la búsqueda de una teoría del todo siguiendo el camino de las supercuerdas. Pues resulta que la televisión pública americana tiene una serie documental (tres programas) basada en el libro y que se puede ver por internet. Cada hora está dividida en cómodos capítulo e incluso tiene subtítulos en inglés. Vamos, una delicia.

(vía 0xDECAFBAD)

[Estoy escuchando: «Metropolis» de Kraftwerk en el disco Die Mensch-Maschine]

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El invencible spam

JR se hace eco del comentario de Mark Pilgrim sobre el spam. Básicamente, viene a decir que es un problema al que ningún individuo puede dar solución. Sólo los gobiernos podrán darle fin, aunque no parecen estar muy por la labor.

Por otra parte, John Udell comenta una curiosa versión del spam que ha recibido. El mensaje ofrece la típica oportunidad para alcanzar la libertad financiera (claro, claro) pero viene acompañado de citas tomadas de obras literarias (entre ellas, 20.000 leguas de viaje submarino) con la intención evidente de confundir a los filtros antispam.

[Estoy escuchando: «Neonlicht» de Kraftwerk en el disco Die Mensch-Maschine]

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Otra brújula política

Otra intento de crear una brújula política (ya vimos otra aquí). En esta ocasión, la cosa parece más serio y con bastante menos intento de promover ciertas posiciones. Sigo saliendo de izquierdas (-6.2253) y ligerísimamente pragmático (+0.8692).

(vía Pharyngula)

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Neonlicht» de Kraftwerk en el disco Die Mensch-Maschine]

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Una mujer que no era madre de sus hijos

Una mujer tuvo tres hijos por concepción natural. Cuando precisó de un transplante de riñón, hicieron pruebas a sus hijos para ver si serían donantes adecuados. Asombrados, descubrieron que dos de ellos no eran hijos suyos. Después de barajar varias posibilidades (tratamientos de infertilidad en secreto, por ejemplo) descubrieron que en su cuerpo coexisten dos juegos diferentes de genes. La mujer en cuestión es una quimera, el resultado de la combinación de dos embriones femeninos en el útero.

En el artículo, referencian a New Scientist, pero he sido incapaz de encontrar la noticia en su página.

(vía the null device)

[Estoy escuchando: «Call The Police» de Thin Lizzy en el disco Shades Of A Blue Orphanage]

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BlogTalk 2.0

BlogTalk 2.0. Segunda edición de la conferencia internacional sobre bitácoras a celebrar en Viena (Austria) el 5 y 6 de julio de 2004 (fechas provisionales). Se pueden presentar propuestas de artículos hasta el 17 de marzo. El año pasado la cosa estuvo muy interesante, con muy buenas aportaciones. Incluyendo, por supuesto, el primer gran artículo sobre la blogosfera hispana.

(vía Reflexiones e irreflexiones)

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Baby Face» de Thin Lizzy en el disco Shades Of A Blue Orphanage]

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DiceLaRed

Resulta que DiceLaRed que mantiene sendas dos bitácoras llamadas blogIT y Comunidades virtuales. Muy recomendables las dos, aunque es difícil distinguirlas. No sólo son idénticas, es que ni siquiera tienen nombre. A lo mejor es que no se supone que deban diferenciarse.

Eso sí, repasando una de ellas me encontré con una entrada llamada de la De la «Globosfera» y otras perlas donde se hacen varios comentarios muy interesantes sobre el mundo de las bitácoras y cuya lectura recomiendo. Pero al final se dice algo que me ha llamado la atención:

Por cierto y a propósito del debate científico, se me ocurre un tipo de análisis muy descriptivo: calcular la proporción aproximada de contenido que es espontáneo y endémico de cada blog, es decir, del total de contenidos posteados en toda la blogosfera, qué porcentaje proviene directamente de la mente de un único bloguero y qué porcentaje son referencias a otros posts, o incluso comentarios de otros artículos. ¿Alguien tiene una idea de ésto?

Yo lo leí y pensé de inmediato «¿para qué?». Porque la verdad, muy científico no me suena. Más bien suena a cientifista, medir por medir, porque se puede medir algo. Ojo, no dudo que sea muy descriptivo, como también lo sería hacer un estudio sobre los colores más empleados en las bitácoras. Nos falta saber descriptivo de qué. Es decir, comprendo que uno haga un estudio así partiendo de cierta hipótesis, para comprobar algo, para evaluar una posibilidad. Es decir, por una razón. Pero la razón aquí se me escapa. Si el resultado es uno u otro, ¿qué más da? Ahora, si uno partiese de la hipótesis «la mayor parte del contenido de las bitácoras es generado fuera de la blogosfera», pues entonces perfecto. ¿Es esa la hipótesis subyacente a la propuesta.

(vía Bitácora de rvr)

[Estoy escuchando: «Call The Police» de Thin Lizzy en el disco Shades Of A Blue Orphanage]

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The Wee Free Men de Terry Pratchett

Terry Pratchett es un magnífico escritor, incluso cuando escribe para niños. O quizá, en este caso, especialmente cuando escribe para niños. ¿Por qué escribir novelas del Mundodisco para niños?, podría preguntarse uno si considerase que el humor de serie principal es sólo para los niños. Sin embargo, las novelas de la serie «adulta» de Mundodisco son cada vez más complejas y elaboradas, y tratan temas más serios siempre con la ironía que caracteriza al autor. Pero es evidente, como buen escritor satírico, que Pratchett considera que dice, riéndose, cosas muy importante. Tan importante, que los niños también deberían enterarse.

The Wee Free Men es la segunda novela del Mundodisco orientada al público más juvenil. En resumen, cuenta la historia de Tiffany, una niña bruja que ha crecido en un territorio que no debería tener brujas. La caliza, comprendan, no es buena base para nada. Sin embargo, es bruja, y poderosa, porque su abuela también lo era. Un día se encuentra con los Wee Free Men, hombrecitos de unos 15 centímetros de alto, de color azul, con muy mal carácter, bastante dispuestos a pelearse con quien sea y que sólo temen a los abogados. El problema es que cierto mundo, una especie de región de los sueños, está entrando en contacto con la realidad del Mundodisco y amenaza con invadirlo. Peor aún, la Reina de ese mundo ha secuestrado al hermano de Tiffany, y uno no le quita a una bruja lo que es suyo.

De la contraportada:

There’s trouble on the Aching farm – a monster in the river, a headless horseman in the driveway and nightmares spreading down from the hills. And now Tiffany Aching’s little brother has been stolen by the Queen of the Fairies (although Tiffany doesn’t think this is entirely a bad thing).

Tiffany’s got to get him back. To help her, she has a weapon (a frying pan), her granny’s magic book (well, Diseases of the Sheep, actually) and –

‘Crivens! Whut aboot us, ye daftie!’

– oh, yes. She’s also got the Nac Mac Feegle, the Wee Free Men, the fightin’, thievin’, tiny blue-skinned pictsies who were thrown out of Fairyland for being Drunk and Disorderly . . .

A wise, witty and wonderfully inventive adventure set in the Discworld

The Wee Free Men en sus poco más de trescientas páginas va de muchas cosas. En principio, una serie de temas muy queridos para Terry Pratchett. En primer lugar, sobre las ideologías, esas ideas que asumimos como verdaderas y condicionan nuestro pensamiento. Sólo que en las novelas de Pratchett las ideologías están representadas por los cuentos infantiles, que nos dicen cosas como que las señoras mayores que viven solas son todas unas brujas comeniños, que encajar un zapato de cristal es una buena forma de escoger esposa, que los niños son valientes y a las niñas hay que rescatarlas o que las niñas de bien no deben apartarse del camino trazado so pena de encontrarse con el lobo.

No es nuevo. Brujas de viaje ya iba de eso, de como los humanos somos animales narrativos, y que nada nos gusta más que una buena historia. Nos consideramos héroes principales de nuestras vidas, y creemos que la existencia se ajusta a una cierta historia. El poder de los cuentos para ajustar nuestra mente a ciertos patrones se criticaba ya en esa novela, y vuelve a criticarse en ésta, reforzándose el mensaje.

Porque, y ése es el otro tema, ser un bruja en los libros del Mundodisco no tiene nada que ver con la magia. Es decir, las brujas del Mundodisco son muy capaces de usar la magia, pero sólo si es estrictamente necesario. Pero en realidad, el poder de esas brujas radica en que usan la cabeza. No se dejan influir por lo cuentos. Tienen primera visión y segunda idea. Es decir, ven lo que efectivamente tienen delante y no lo que creen que deberían ver. Y también piensan en lo que piensa, y reflexionan sobre el proceso de reflexionar. De hecho, las brujas del Mundodisco son grandes defensoras de la razón. La racionalidad es su mejor arma.

Y finalmente, hay cierta sensación budista en el libro. No se trata, en realidad, de ser una bruja todo el tiempo. Hay que abrir los ojos, y ver las cosas tal y como son. Pero sólo cuando es necesario. La mayor parte del tiempo, es mejor tener los ojos cerrados y vivir la vida como en un sueño, porque el peso de la realidad sería intolerable. La mejor reflexión es en ocasiones no reflexionar y ejecutar las tareas diarias sin plantearse nada más. Como esos monjes que alcanzan la iluminación mientras trabajan en el jardín.

Releyendo este texto, me doy cuenta de que he hecho que el libro suene demasiado serio. Nada más lejos de la realidad (achaquen estas reflexiones a que las obras de Terry Pratchett me dan siempre mucho que pensar). En primer lugar, es tremendamente divertido. Tiffany, una niña de nueve años, es un gran personaje, y los Wee Free Men, modelados basándose en las hormigas, son un grupo encantador. La trama es ágil, el lenguaje exquisito, las invenciones totalmente fantásticas, las reflexiones interesantes y la conclusión perfecta como siempre. Es decir, es otra de las grandes obras del maestro. Un hombre al que se le acusa, con toda la razón del mundo, de hacer literatura.

Y una cita final:

We sleepwalk through our lives, because how could we live if we were always that awake-

Por cierto, gracias de nuevo Staurt, yo salí ganando, lo tengo claro 🙂

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Brought Down» de Thin Lizzy en el disco Shades Of A Blue Orphanage]

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Reseña internacional

En el número 91 (noviembre, 2003) de la revista Science Fiction Studies se publica mi reseña del libro Ciencia ficción en español: Una mitología moderna ante el cambio (Lewiston, NY: Edwin Mellen, 2002, x+228 pp.) de Yolanda Molina-Gavilán una interesante introducción, aunque ligeramente fallida, a la ciencia ficción español. Es un libro de estudio y ensayo, que intenta abrir la ciencia ficción en español al estudio internacional. Creo que el comienzo de mi reseña (que supongo que en algún momento podré publicar entera) describe bien el libro:

To initiate the exploration of a new territory is far more difficult than writing the travelbook afterwards. Sf written in Spanish can be an arduous terrain to explore indeed -usually relegated to obscure magazines and fanzines, rarely collected in widely available volumes, critically misunderstood and the recipient of a great deal of scorn as a subliterature, Spanish (referring to the language, nor the country) sf is a vast, dark submerged continent. Ciencia Ficción En Español: Una Mitología Moderna Ante El Cambio (2002) [Science Fiction in Spanish: A Modern Mythology Facing Change] by Yolanda Molina-Gavilán is a brave and ambitious, perhaps too ambitious, attempt to rectify that situation. It builds a mostly successful theoretical map that would help us to understand sf written in Spanish. In keeping with the geographical metaphor; it is a rough and initial sketch of the terrain rather than a detailed map of every hill and grove. That aim is explicit: «Este libro se centrará en el análisis de varias novelas y cuentos, con la esperanza de que los mejores ejemplos poéticos, fílmicos y gráficos del género en español sean convenientemente estudiados en ensayos venideros» [«This book will focus on the analysis of several novels and short stories, hoping that the best poetic, film and graphic examples of the genre in Spanish will be adequately studied in future essays] (p. 2). So this book is initially an attempt to cast light over some of the best examples of sf written in Spanish, hoping that some latter explorer will write deeper accounts of those same works.

Es mi primera reseña de libro internacional. Además, la primera en una publicación académica.

[Estoy escuchando: «Sarah» de Thin Lizzy en el disco Shades Of A Blue Orphanage]

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The Power of Babel, de John McWhorter

Hace muchos años estuve matriculado en filología inglesa. Fue después de terminar física. El conjunto de circunstancias es complejo, pero pesó sobre todo una fascinación de antiguo por el mecanismo de la literatura. Además, después de estudiar física, ponerse a mirar crítica literaria o lingüística era así como muy relajado. Pero a lo que iba. La asignatura que más me interesó fue lingüística y desde entonces me queda mucha curiosidad por las muchas formas que adopta el lenguaje humano. Dada esa situación, no es de extraña que este libro me resultara fascinante.

En The Power of Babel. A Natural History of Language de John McWhorter realiza una introducción las lenguas, a su evolución, sus cambios, sus diversas formas y manifestaciones. Lo hace con muchísimo sentido del humor e ingenio, yéndose en ocasiones por las ramas, para volver de inmediato al tema central, con alguna excursión.

Por ejemplo, en la introducción cuenta su primer amor, con una niña de cuatro años en el parvulario. Un día, descubrió que Shirley, que así se llamaba la amada, hablaba con sus padres de una forma totalmente incomprensible. Johnny quedó totalmente abatido al descubrir que había gente en el mundo que hablaba de otra forma qué él no podía entender. La lengua en cuestión era hebreo, y de ahí a intentar comprenderlo, ganar una fascinación por las lenguas extranjeras y dedicarse a estudiar lingüística no media más que la carrera de toda una vida.

El punto de partida del libro es la evolución del lenguaje. Se inicia con el supuesto de que en algún momento, hace unos 150.000 años, existió una lengua común hablada por todos los componentes de la especie humana de aquel momento. La posterior evolución de esa lengua fue dando lugar a todos los idiomas que hoy conocemos, y a los otros muchos que se quedaron por el camino, ya fuese por extinción o porque a su vez mutaron a otra cosa. El punto de partida es metafóricamente biológico, aunque el autor no se pronuncia sobre el innatismo del lenguaje o no (de hecho, recomienda dos libros opuestos sobre el tema: The Language Instinct de Steven Pinker y The Symbolic Species de Terrence W. Deacon) aunque ciertamente parece asumir ciertos detalles innatos (después de todo, se necesita un cerebro para hablar una lengua).

En la introducción el autor ya presenta una idea con grandes consecuencias posteriormente. Disipa nuestra percepción habitual de que una lengua es como las instrucciones del Monopoly. En algún lugar, hay unas paginitas que contienen la forma correcta de jugar al Monopoly, aunque nadie las use en realidad y cada uno juegue a una ligera variación del Monopoly. Aprendemos pronto, normalmente por imposición escolar, que nuestra lengua es como el Monopoly, que hay una forma correcta -en nuestro caso, protegida en una caja fuerte con paredes de cuatro metros de espesor enterrada en una bóveda acorazada en el sótano de la Real Academia- de la lengua que hablamos y que lo demás son variaciones más o menos incorrectas.

Por desgracia, esa imagen es demasiado simple. Las lenguas son seres vivos que evolucionan, se transforman y cambian continuamente. Decir que una versión de cierta lengua es correcta significa limitarla a un periodo de tiempo muy específico y a un conjunto de hablantes muy específico. Que no hay nada más natural que el cambio continuo de las lenguas:

[…] Language is actually analogous to cloud formations. We look at a cloud formation with full awareness of its inherently transitory nature: we know that if we look up again in an hour, the formation will almost certainly be different and that if it isn’t, then this is due to an unusually windless interval that will surely not last long. Language does not change that fast, of course, but it changes just as inevitably and completely over time. Language is an inherently dynamic, rather than static, living entity. One sees or hears that said occasionally, but usually in reference to the inherent liveliness of slang or to the fact that language is used by living beings and rooted in changing cultures. Both of there things are truee, but they are only a beginning: language is as changeable an entity as cloud formations even in its mundanest, most «vanilla» aspects such as the words dog or since. Even when we say any of these things, we are utilizaing a system that is eternally mutating, in a slow but inexorable process of becoming a new system entirely, like the lava in one of those lava lamps fromt he ’70s.

Con ese punto de partida, el autor se lanza a explorar las posteriores evoluciones de la primera lengua. Pero eso ya es otro capítulo.

De la contraportada:

There can be few subjects of such widespread interest and fascination to anyone who reads as the strange ways of languages. In this wonderfully entertaining and fascinating book, John McWhorter shares his expertise as a linguist (in both senses: he both teaches linguistics at UC Berkeley and speaks half-a-dozen languages fluently) to introduce us to ‘the natural history of language’: to Russonorsk, a creole of Russian and Norwegian once spoken by trading fur trappers, the ways in which Yiddish – a dialect of German – has been influenced by the grammar of Polish and an Australian Aboriginal language which only has three verbs. Along the way we learn how English absorbed French at two stages of its history, giving us the Norman French ‘warranty’ and the standard French ‘guarantee’, that Japanese has been infused with Chinese vocabulary at four distinct periods, and why Danish, Norwegian and Swedish are best regarded as three dialects of Scandinavian.Witty, brilliant and authoritative, this book is a must for anyone who is interested in language, as sheerly enjoyable as non-fiction gets.

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