El detective cantante

The Singing Detective fue una miniserie de televisión nacida de la fértil y creativa imaginación del gran guionista Dennis Potter. La serie es sencillamente una obra maestra de la televisión, el ejemplo perfecto de que el talento florece en cualquier medio. Una combinación excelente de depresión existencial, musical (Potter estaba fascinado por la música de los años treinta) y comedia negra. La idea es perfecta en su simplicidad: un autor de novelas policíacas de quiosco yace tendido en una cama de hospital aquejado de una terrible forma de soriasis (enfermedad que Potter padecía en la vida real) y en su mente va rescribiendo una de sus primeras novelas, The Singing Detective, sobre un detective cantarín que debe resolver un caso sobre una mujer muerta, pero que se va entremezclando con fantasías sobre el presente, el futuro y el pasado. La genialidad total radica en que gran parte de lo que se ve en pantalla no sucede en realidad: casi toda la serie transcurre en la cabeza del protagonista.

El detective cantante es una versión cinematográfica a partir de un guión que, dicen, el propio Potter completó antes de morir. Los elementos primarios están ahí, aunque la acción ha pasado de Inglaterra a Estados Unidos, y el periodo musical de los años treinta a los años cincuenta. Robert Downey Jr. interpreta muy al escritor Dan Dark (Philip E. Marlow en la miniserie). Como en gran parte del metraje lleva un tremendo maquillaje que le cubre el cuerpo, se ve limitado a actuar con los ojos y la boca (contrayendo las manos en unos muñones que recuerdan al estado de las manos de Dennis Potter al final de su vida). Mel Gibson también aparece muy maquillado, casi irreconocible interpretando a un psiquiatra algo cachondo.

Por desgracia, esta película tiene dos problemas importantes. Por un lado, la idea exige el metraje de la miniserie (415 minutos) para desarrollarla apropiadamente. Estamos hablando del proceso de curación de un personaje, que se purga mentalmente para recuperar algo parecido a la salud. La velocidad de la película es mucho mayor, y todo tiene una cierta sensación de prisa, como si se hubiese comprimido. Podría pensarse que eso es un efecto de haber visto la miniserie, pero mi mujer opina exactamente lo mismo y no la ha visto. En segundo lugar, todo tiene un aspecto deslucido, como si nadie se hubiese molestado en planificar las escenas o en sacarle chispa. Sufren especialmente los números musicales, que carecen de gracia o estilo. Comprendo que sea una película barata, pero ¿no podría tener mejor aspecto?

Y la versión española me plantea un tercer problema. El doblaje es pobre. Michael Gambon -protagonista de la miniserie- es un actor de voz potente capaz de entonar el leimotiv de la serie «Am I right or am I right?» con la perfecta combinación de ironía y sarcasmo. No sé cómo lo hace Robert Downey. Pone cara de ironía y sarcasmo, sí, pero su «Tengo razón o tengo razón» de alguna forma no suena igual.

Momentos muy buenos: el tiroteo final, los matones perdidos en el desierto y los encuentros con el psiquiatra.

Por otra parte, no me gustaría dejar una mala impresión. La película no está mal y vale la pena verla (especialmente porque la perla de la idea sigue estando ahí). Pero si le gusta, les recomiendo encarecidamente que hagan lo posible por ver la miniserie.

(Una nota sobre Dennis Potter. Poco antes de morir -como un mes o así- concedió una entrevista televisiva. Era larga y apasionante. Estamos hablando de un hombre consumido por un cáncer brutal, con las manos convertidas en muñones por la artrosis y la soriasis, que periódicamente tenía que sacarse la botellita de morfina para darse un trago. Si alguien ha hablado alguna vez desde el otro lado de la muerte, ese ha sido Dennis Potter en ese entrevista.)

[Estoy escuchando: «What are you doing the rest of your life» de Adrián Iaies cuarteto en el disco Round Midnight y otros Tangos]

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