Cuando Alice se subió a la mesa de Jonathan Lethem

Me encanta Jonathan Lethem. Es uno de esos autores que incluso cuando lo hacen mal son deliciosamente interesantes. Y cuando lo hacen bien. Bueno, cuando lo hacen bien son sublimes. En España le tenían publicada Huérfanos de Brooklyn, con un protagonista detective con síndrome de Tourette. Ahora Mondadori ha llegado con la segunda, Cuando Alice se subió a la mesa, divertida traducción del intraducible As She Climbed Across the Table. Curiosamente, o quizá no tan curiosamente, siendo un autor que empezó más cercano a la ciencia ficción, en España le han publicado sus dos novelas más alejadas del género (dentro sin embargo de esa alteridad tan característica). Mondadori anuncia también para pronto la publicación de su última novela, The Fortress of Solitude, que llevo por la página 50 y por el momento está muy bien.

De la contraportada del libro:

Creado en el sótano de un laboratorio de física, Ausencia, un agujero de gusano, es el tercer vértice de este triángulo amoroso. Ausencia es la puerta a otro universo, un pasaje con personalidad propia que absorbe ciertas cosas y rechaza otras, aunque lo más destacable de Ausencia es que, al no ser nada, se convierte en el amante perfecto. Así lo vive Alice Coombs, física y protagonista de esta historia, que abandona a su novio, el antropólogo Philip Engstrand, a causa de su obsesión romántica por el agujero de gusano.

¿Qué conduce a Alice a dejarlo todo, fascinada por algo inexistente? ¿Es Ausencia el reflejo de sí misma, un lugar donde inscribir sus deseos y caprichos?

El mundo de Alice empieza a tambalearse con el descubrimiento de Ausencia y la aparición de otros pintorescos personajes de corte cómico que pueblan el campus universitario: Evan y Garth, dos hombres ciegos que poseen la habilidad de ver de un modo no convencional; Cynthia Jalter, consejera que intenta seducir a Philip a través de una terapia; Carmo Braxia, físico italiano con una grave aversión por el vino americano.

Novela vanguardista, cruce de comedia romántica y crítica social, Lethem utiliza a Ausencia para editar el mundo por nosotros, aclarando cuáles son las cosas que verdaderamente existen e importan y cuáles no.

Hace unos años, cundo leí la novela en inglés, escribí un texto para BEM. Ahora veo que no es muy representativo del autor, pero espero que valga.

Philip ama a Alice. Pero Alice ama a… Bien. Es un poco difícil de explicar. Alice ama a Lack, que es eso exactamente, una Ausencia, una nada creada en el sótano de un laboratorio de física, que confunde la mente y el orden social. Lack podría ser la puerta a otro universo, un pasaje que absorbe ciertas cosas y rechaza otras, pero especialmente al ser nada, es el amante perfecto. Quien nada es puede serlo todo, y de donde no hay se puede sacar todo.

Junto con Paul DiFilippo, Jonathan Lethem es uno de los más interesantes y curiosos nuevos valores que ha dado el género. Los dos son tremendamente vanguardistas y cultos, los dos aspiran a un uso exquisito del lenguaje y a una adecuación perfecta de fondo y forma. Y sin embargo, precisamente por ser tan vanguardistas y perfeccionista, su obra es perfectamente accesible y está llena de ingenio y diversión. Al contrario que en ciertas vanguardias, esos dos autores no intentan enmascarar lo vacío de sus planteamientos con brillantes juegos formales, sino que comienzan con planteamientos nuevos que luego expresan en el lenguaje justo y adecuado. Es decir, escriben para que se les entienda.

Paul Di Filippo es capaz de inventar un lenguaje nuevo para describir la realidad de un futuro alterado radicalmente por la biología en Ribofunk, para narrar luego las peripecias en una época victoriana alternativa con un lenguaje llano y divertido en The Steampunk Trilogy. Con Jonathan Lethem nos situamos en coordenadas similares. No es tanto que escriba con ciertas características (aunque tiene cierta predisposición a las frases desnudas y casi perdidas en la página, a los diálogos flotantes y a la manifestación concreta de las metáforas) sino que es capaz de recrear de forma nueva su estilo, sorprendiendo continuamente a los lectores.

Su primera novela, Gun, With Ocassional Music, era una novela negra que respetaba fielmente todos los lugares comunes del género (el detective solitario y ligeramente misántropo, la trama de turbias corrupciones políticas, los líos amorosos…) sobre el fondo de un futuro antiutópico vagamente cercano en el que la biología ha permitido dotar a los animales del don del habla y de una inteligencia casi humana, y en el que abundan los gorilas guardaespaldas y los canguros con el gatillo fácil (y en el que las pistolas, junto con otros muchos aparatos, son, efectivamente, musicales). Amnesia Moon fue su incursión en el territorio dickiano de las realidades alteradas, mientras que The Wall of the Sky, the Wall of the Eye era una recopilación de relatos con cuentos como «Criminales endurecidos» en el que realmente las paredes de las cárceles están hechas con los cuerpos endurecidos de los criminales que allí cumplen condena. Su última novela hasta la fecha, Girl in Landscape, es una especie de western crepuscular combinado con una novela de despertar adolescente, todo situado en un planeta extraterrestre en el que los alienígenas hacen el papel de indios.

¿Qué es As She Climbed Across the Table? Para empezar, una nueva sorpresa. Al principio, parece una novela de campus. Una de esas obra que relatan las relaciones entre miembros de la comunidad universitaria. Pero la cosa comienza pronto a cambiar. Philip, que no tiene conocimientos técnicos, no acaba de entender por qué su novia, Alice, que es físico, pasa tanto tiempo en el sótano del departamento y por qué, de pronto, ha sentado a un pareja de ciegos a la mesa (respuesta: son parte de un experimento para ver sin observar). Pero pronto todo se hace más complicado. La relación de Alice con Philip se resiente hasta el punto de la ruptura porque la fascinación por Lack es mucho mayor. Es más, ella se ha llegado a ofrecer y ha sido rechazada. Junto con las pinturas que ha creado para él… o ello.

Porque vean, Lack parece tener después de todo una personalidad, aceptando algunos objetos y rechazando otros. ¿Pero qué podemos deducir de algo que, digamos, acepta calcetines y rechaza clips? ¿De dónde viene esa personalidad? ¿Hay alguna inteligencia en el universo del que viene Lack o no es más que la proyección de algo externo? Porque Lack no sólo fascina a Alice, sino a mucha gente más. Menos a Philip, que sólo piensa en cómo acabar con él… o ello.

Un cruce entre comedia romántica y sarcasmo social (la comunidad científica y universitaria no sale muy bien parada), Lethem aprovecha para convertir el lenguaje físico en metáforas que sirven para describir, finalmente, los ánimos de los protagonistas. Pero ante todo, As She Climbed Across the Table es una historia de amor postmoderna, un curioso y sorprendente triángulo difícil de reconciliar, una muestra más de amores desde el más allá (o más acá). ¿Recupera Philips finalmente a Alice? No es fácil dar la respuesta. Quizá… o quizá no. En todo caso, la novela es una muestra más de los muchos caminos que se abren a la ciencia ficción moderna.

Porque quizá en el fondo se trate de eso. No tanto buscar nuevas formas de contar lo mismo de siempre, sino buscar nuevas formas de mirar a las cosas. Es muy fácil cambiar la estructura sintáctica y gramatical de las frases (es viejo aquello de que para ser original basta con meterse un calcetín en la oreja), pero algo más complicado entornar los ojos y girar la cabeza para alterar un poco la perspectiva. Eso es lo que ha hecho siempre el género. Y es bueno comprobar que los nuevos valores lo siguen haciendo.

Por cierto, todos los editores de ciencia ficción de España están en pecado mortal por no publica Gun, With Ocassional Music. Ahora que lo pienso, también lo están por no publicar Icehenge de Kim Stanley Robinson. He dicho.

[Estoy escuchando: «Mr. Bojangles» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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El español y la política

Javier María se preocupa en «El oficio de oír llover» (El país semanal, 28 de septiembre de 2003) por el idioma, especialmente por la forma de hablar de los políticos, verdaderos expertos en hablar sin decir nada:

El nuevo portavoz del Gobierno, señor Zaplana, casi se estrenaba en le cargo y daba una rueda de prensa. Era el día en que Sharon había ordenado desahuciar a Arafat, y centenares de palestinos habían empezado a concentrarse junto a la chabola de éste, para arroparlo. A Zaplana se le preguntó por la postura del Gobierno al respecto, y respondió lo que sigue, tal cual: «Bien, el Gobierno, lo que piensa en ejtos momentos, ej que la situación requiere, medidas que contribuyan a disminuir la tensión, ¿no?, y no a incrementarla» Y aún tuvo el valor de apostillar: «Y con esto yo creo, puej que le digo, de forma más o menos clara, cuál ej la posición del Gobierno en ejtos momentos, ¿no?» (Si me permito reproducir la atrocidad fonética es porque no se debía a acento de región alguna -ninguno es mejor que otro y todos son respetables-, sino a una mala dicción injustificada en quien tiene estudios y es Ministro.)

Y añade de inmediato:

Habría allí una veintena de periodistas, y ninguno fue capaz de intervenir y decirle: «Pues no, no nos la ha dicho, ni más clara ni menos clara. En realidad no ha dicho nada de nada. Lo que usted ha soltado es el vacío más absoluto, y lo único claro es, por tanto, que el Gobierno no tendrá ni puta idea hasta que Colin Powell le dé unas órdenes a su esclava libre. La verdad, no sé ni para qué le preguntamos».

María se adentra luego en una interesante elucubración más o menos acertada sobre nuestra capacidad para hablar y hablar sin decir nada. Pero ahora mismo me gustaría quedarme ligeramente en la superficie Política -lo escribo en mayúsculas porque me refiero a la Política no a lo que hacen nuestros políticos- del asunto y recordar aquel ensayo de Orwell llamado precisamente «Politics and the English Language» donde el autor se interrogaba por las causas económicas y políticas del declive del lenguaje. Declive que caracterizaba precisamente así, como nuestra capacidad de pensar mal con el lenguaje, de hablar sin decir nada, o hablar expresando mal lo que queremos decir.

Now, it is clear that the decline of a language must ultimately have political and economic causes: it is not due simply to the bad influence of this or that individual writer. But an effect can become a cause, reinforcing the original cause and producing the same effect in an intensified form, and so on indefinitely. A man may take to drink because he feels himself to be a failure, and then fail all the more completely because he drinks. It is rather the same thing that is happening to the English language. It becomes ugly and inaccurate because our thoughts are foolish, but the slovenliness of our language makes it easier for us to have foolish thoughts. The point is that the process is reversible. Modern English, especially written English, is full of bad habits which spread by imitation and which can be avoided if one is willing to take the necessary trouble. If one gets rid of these habits one can think more clearly, and to think clearly is a necessary first step toward political regeneration: so that the fight against bad English is not frivolous and is not the exclusive concern of professional writers. I will come back to this presently, and I hope that by that time the meaning of what I have said here will have become clearer. Meanwhile, here are five specimens of the English language as it is now habitually written.

Pensamos mal y nos expresamos mal. A continuación, esas expresiones se solidifican y afectan a nuestros pensamientos. Después, ya no podemos pensar bien porque las expresiones que usamos -Orwell se refiere sobre todo a metáforas y frases hechas- están ya contaminadas: parecen expresar algo, pero ese algo es raramente lo suficientemente concreto como para realmente significar o transmitir una idea. Como el Zaplana que cita María: ¿qué son exactamente «medidas que contribuyan a disminuir la tensión»? Sin esa información vital, todo se desmorona.

En el caso de los políticos, la cosa tiene su explicación: si eres político es conveniente que no se te entienda. Si se te entiende, entonces alguien podría venir y decirte que te equivocas, que esa solución, por muy bienintencionada que sea, es errónea. Pero si eres lo suficientemente vago… bien, ¿quién en su sano juicio iba a estar en contra de «medidas que contribuyan a disminuir la tensión»? Como no sabemos bien cuáles son esas medidas, es fácil estar a favor, y muy difícil -a menos que uno deconstruya el discurso, como ha hecho Javier María- especificar en qué se equivoca el ministro.

Sin embargo, somos todos culpables de ese pecado, del arte de hablar y no decir nada, aunque los políticos lo han llevado ciertamente a la perfección: usamos continuamente palabras cargadas -«pirata», por ejemplo, ¿quién querría ser un pirata?- con las que creemos expresar algo y que sin embargo sirven ante todo para evitar la reflexión. Orwell aconsejaba cuidar el inglés, para pensar mejor en esa lengua y tener así una mejor sociedad. Quizá deberíamos plantearnos lo mismo con nuestro español.

[Estoy escuchando: «Do Nothin’ Till You Hear from Me» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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Blogalia y entrevistas

He notado mucho la caída de Blogalia. En primer lugar, intelectualmente, porque al tener a Blogalia temporalmente fuera de Internet nos hemos quedado sin algunas de las mejores bitácoras en español, las que leo continua y apasionadamente. Por otra parte, sorprendentemente, desde la caída de Blogalia, mis visitas han descendido marcadamente. Gracias chicos, volved pronto. Y que no vuelva a pasar.

Mientras esperamos ansiosamente el restablecimiento del servicio, una entrevista con Fernando Tricas, de Reflexiones e irreflexiones. Valientemente, fernand0 intenta enterrar la absurda oposición entre bitácoras y periodismo:

NJ – ¿Tiene sentido el debate abierto en cuanto al intrusismo bitacorero en el periodismo?

FT – Para mí no. Una de las primeras historias que escribí en mi bitácora es que nosotros no somos periodistas. Si quisiéramos ser periodistas no habría estudiado matemáticas sino periodismo. No somos periodistas. Lo que pasa es que si algún técnico busca información en la prensa, normalmente se queda bastante desconsolado porque no hay información específica e incluso contiene errores graves. Lo que pasa es que si tengo ciertas habilidades para escribir y se más del tema que los periodistas, posiblemente lo cuente mejor que vosotros. Lo que sí que creo es que os debías fijar en el fenómeno como herramienta de gestión interna de información.

Ajustadas y buenas palabras. Sin embargo, dudo que tengan el más mínimo efecto, y seguro que en el futuro seguiremos oyendo el escalofriante relato de como las bitácoras quieren ser Califa en lugar del Califa.

[Estoy escuchando: «Well Did You Evah?» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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Qué romance de película representa mejor tu vida amorosa

Lo juro: es totalmente cierto. He sido sincero y me ha salido esto:

The Princess Bride
I’m sure it’s no big surprise to you that your
romance is The Princess Bride. A heartwarming
tale of «Twue Wuve» that has giants,
Spainards and swashbuckling. You really do
think that love can overcome anything. You may
be a touch naive but your heart is certainly in
the right place. You’ve probably got one of
those relationships where proper nouns have
been replaced with «Snookums» and
«Pookie Pie». Eww. Beware a cuteness
overload.

What Romance Movie Best Represents Your Love Life?
brought to you by Quizilla

[Estoy escuchando: «Somethin’ Stupid» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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Te dedicas a denunciar a niñas y esto es lo que pasa…

Una publicación intelectual te pone de hombre del saco en la portada:

Es la portada de The New Yorker del 26 de septiembre.

(vía On Lisa Rein’s Radar)

[Estoy escuchando: «Somethin’ Stupid» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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¿Qué tipo de pensador eres?

La BBC dedica un espacio a Leonardo da Vinci, el gran genio del renacimiento; en este caso tomado, entre otras cosas, como ideal platónico del pensador. Y hablando de pensadores, ofrecen un útil test «What kind of thinker are you?». Yo me he llevado una sorpresa mayúscula:

You are an Existential Thinker

Existential thinkers:

  • Like to spend time thinking about philosophical issues such as «What is the meaning of life?»
  • Try to see beyond the ‘here and now’, and understand deeper meanings
  • consider moral and ethical implications of problems as well as practical solutions

    Like existential thinkers, Leonardo questioned man’s role in the universe. Many of his paintings explored the relationship between man and God.

    Other Existential Thinkers include
    The Buddha, Gandhi, Plato, Socrates, Martin Luther King
    Careers which suit Existential Thinkers include
    Philosopher, Religious leader, Head of state, Artist, Writer

Francamente, esperaba salir Logical-Mathematical Thinker. Si al final voy a resultar ser un místico.

(vía Follow Me Here)

[Estoy escuchando: «Beyond the Sea» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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