Boda

El sábado estuve en una boda gallega en la Serra de Outes. No sé cómo serán las bodas en el resto del mundo, pero en un campo de Galicia te ponen mucha comida llegando a límites casi pantagruélicos; me encanta. Eso es saber comer y lo demás son tonterías. Sin exagerar, creo que yo sólo me comí 20 cigalas (y la mitad de unas siete bandejas de navajas, pero es que las navajas me gustan mucho). Incluso aproveché para fumar puro, actividad que me encanta y que nunca practico (mi médico insiste en que fumar un puro una vez al año es calidad de vida):

Descubrí, curiosamente, algo sobre los gallegos que no sabía: son capaces de sentir morriña de su tierra incluso estando en la misma Galicia. Oírles cantar canciones populares que todos los gallegos parecen conocer (deben enseñarlas en el colegio) te hace apreciar una dimensión diferente de lo que es la añoranza: lo hacen como si llevasen 20 años viviendo en Australia sin haber regresado jamás a su casa. Y yo que pensaba que echaba de menos las islas.

Aparte de eso, muchas felicidades a los novios y que sean muy felices. Son dos personas encantadoras que se merecen todas las dichas de este mundo.

[Estoy escuchando: «Hell» de Alan Moore & Tim Perkins en el disco Angel Passage]

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