Me da coraje
No, nada en realidad. Simplemente hoy he visto la expresión en un periódico y me he acordado lo mucho que la oía cuando era niño y lo poco que la oigo ahora. Pues eso. Nostálgico que me he puesto.
—–
No, nada en realidad. Simplemente hoy he visto la expresión en un periódico y me he acordado lo mucho que la oía cuando era niño y lo poco que la oigo ahora. Pues eso. Nostálgico que me he puesto.
—–
A Borges, el universo se le antojaba en forma de biblioteca (a mí se me antoja más como un toroide, pero eso es deformación). Su cuento «La biblioteca de Babel» es una de sus creaciones más conocidas y comentadas. ¿Podría ser de otra forma? Muchos de nosotros vagaríamos gustoso por esa arquitectura digna de Piranesis, buscando entre volumen, volumen y volúmenes aquel que cifrase nuestra vida. Mejor, si puede ser, la ilusoria, en la que nos pasó todas las cosas buenas. De todas formas, mis cuentos preferidos de Borges serían «La loteria en Babilonia» y la que considero su obra maestra absoluta «Los teólogos» con esa confusión final tan propia de la divinidad. Siempre que tengo una discusión recuerdo el cuento y tengo por tanto presente que ante Dios, que es el azar, todos somos iguales.
Pero divago, como solemos hacer las personas de cierta edad (soy terrible en una comida, recuerdo una ocasión…). El propósito de esta historia no es hacer ver la mucha bibliografía que sobre Borges he leído, mérito que tiene como única utilidad la de permitirte releer al maestro con frescura después de frecuentar la sequedad de los comentarios críticos. No, mi propósito es recomendar una maravillosa bitácora, que se llama precisamente La biblioteca de Babel y que a su modo es tan extraordinaria como el cuento. En suma, una de las bitácoras más deliciosas que pueden leerse en español.
Por favor, no se la pierdan.
[Nota: ¿Debería haber llamado a mi bitácora «La lotería en Babilonia» o «Los teólogos». No sé, éste último suena vagamente extraño, aunque supongo que podría haber dejado salir en torrente mi vena mística. Por otra parte, podría haber recurrido a otros libros por inspiración y haberlo titulado «Pedro Jorge Romero, proveedor de iniquidades» o quizá «Pedro Jorge Romero, el saxofonista enmascarado».]
[Estoy escuchando: «You Go to My Head» de Clifford Brown en el disco Clifford Brown Memorial Album [Blue Note]]
Nos cuenta Joni Karanka que ya van a comercializar a HAL. Aunque por desgracia, no es la inteligencia artificial psicópata de la película. No se puede tener todo.
[Estoy escuchando: «Ya Ya» de Art Blakey en el disco Orgy in Rhythm, Vol. 1]
Comentaba hace unos días el libro Dawkins vs. Gould que trataba sobre la lucha de esos dos gigantes de la divulgación y ahora me encuentro con un libro que cubre un territorio aún mayor, la guerra de la sociología que se desató hace ya más de un cuarto de siglo y cuyos ecos siguen resonando en nuestro presente.
In the summer of 1975 the distinguished Harvard entomologist Edward O. Wilson published his Sociobiology: The New Synthesis. In the book, Wilson defined sociobiology as the new discipline devoted to «the systematic study of the biological basis of all social behavior». HE explicitly included our own species Homo sapiens, and devoted his final chapter to humans, suggesting that human sex role divisions, aggressiveness, moral concerns, religious beliefs, and much more, have a genetic basis. The book came under intense fire from a group of critics and battle lines were drawn. In one notable incident, some three years after the book’s publication, Wilson, about to speak at a symposium sponsored by the American Association for the Advancement of Science, had a jug of water poured over his head by a groupo of hecklers. The sociobiology controversy was in full swing.
Defenders of the Truth is the definitive account of the controversy, a fascinating tale involving clashes of convictions about science and its social role. But Segerstråle canvas is on a altogether grander scale. Here is an engrossing insight into the world of science and the scientist who inhabit it. Here, too, are important scientific, moral and political issues, and perennial themes such as the objectivity of science, the social use of scientific knowledge, human nature, and free will. Some of these themes have recently resurfaced in conjunction with the Human Genome project and the so-called Science Wars.
The key participants described have all been interviewed and studied by the author, at the time when the controversy was at its height, and more recently. They include Edward O. Wilson, Richard Lewontin, and Stephen Jay Gould, the Harvard scientists at the heart of the controversy when it first erupted, and, from the «British connection», John Maynard Smith y Richard Dawkins. «The characters in my story», writes Ullica Segerstråle, «are all defenders of the truth -it is just that they have different conceptions of where the truth lies.»
Por cierto, al final ganó la psicología evolutiva 🙂
Después del desastre de MSBlaster (y las horas que he pasado asesorando cómo eliminarlo), esa gran compañía preocupadísima de la seguridad que es Microsoft se encuentra con el gusano Sobig que no sólo tiene un hogar cálido y confortable en casi cualquier máquina con Windows y Outlook instalados sino que además afecta a los que no usamos Outlook. Ayer recibí decenas de mensajes con el virus, enviados desde máquinas de personas que concebiblemente disponen de alguna de mis direcciones de correo. Peor aún, recibí decenas de mensajes devuelto porque el gusano los había enviado con mi dirección.
¿Y qué hace Microsoft en pro de la seguridad? Pues obligarte a actualizar Messenger, porque claro las versiones anteriores tienen tantos agujeros de seguridad que cualquier terrorista (es que son de un patriótico) podría meterse dentro de nuestros ordenadores. Lo que es peor, a partir de esa fecha, el 15 de octubre, los programas de terceros, como Trillian, también dejarán de funcionar a menos que lleguen a un acuerdo con Microsoft.
Ahora que nos habíamos acostumbrado a que los gobiernos usasen el miedo y la excusa de la seguridad para lanzar guerras y aprobar legislaciones represivas, vienen las empresas a invocar la seguridad para proteger su cuota de mercado y sus ingresos publicitarios.
<
p class=»media»>[Estoy escuchando: «Misturas» de Benito Cabrera en el disco Travesías]
Uno de los principios fundamentales de la astrología es que el carácter y el destino de las personas vienen marcados por la posición de los astros en el momento de su nacimiento. Parece una idea tan fácilmente falsable que lo asombroso es que el experimento no se haya realizado nunca. Pues bien, un grupo de investigadores ha seguido las vidas de 2000 personas nacidas con minutos de diferencia unas de otras. Según la astrología, sus vidas debían haber sido similares:
The babies were originally recruited as part of a medical study begun in London in 1958 into how the circumstances of birth can affect future health. More than 2,000 babies born in early March that year were registered and their development monitored at regular intervals.
Researchers looked at more than 100 different characteristics, including occupation, anxiety levels, marital status, aggressiveness, sociability, IQ levels and ability in art, sport, mathematics and reading – all of which astrologers claim can be gauged from birth charts.
The scientists failed to find any evidence of similarities between the «time twins», however. They reported in the current issue of the Journal of Consciousness Studies: «The test conditions could hardly have been more conducive to success . . . but the results are uniformly negative.»
Por supuesto, la reacción de los astrólogos no se hizo esperar:
The findings caused alarm and anger in astrological circles yesterday. Roy Gillett, the president of the Astrological Association of Great Britain, said the study’s findings should be treated «with extreme caution» and accused Dr Dean of seeking to «discredit astrology».
Frank McGillion, a consultant to the Southampton-based Research Group for the Critical Study of Astrology, said of the newly published work: «It is simplistic and highly selective and does not cover all of the research.» He added that he would lodge a complaint with the editors of the journal.
«Desacreditar la astrología». No sabía que tal cosa fuese necesaria.
[Estoy escuchando: «como una nube» de Albert Pla en el disco supone Funollosa]
—–
Llega la primera reseña de Cosmos Latinos. En general ponen muy bien a la antología y destacan algunas historias. Entre ellas, la nuestra, «El día que hicimos la Transición»:
There are spectacular stories here. My personal favorite is Pepe Rojo’s «Grey Noise,» a tale that skewers our media-obsessed society thoroughly and without regrets. «The Day We Went Through the Transition» by Ricard de la Casa and Pedro Jorge Romero delivers a deft, human twist to the ideas of Heinlein’s classic «All You Zombies.» And if you think guys like Gibson and Stephenson have a lock on the old ultra-violent cyberpunk angle, check out Michel Encinosa’s «Like the Roses Had to Die,» a nearly surreal romp that rivals, even exceeds Gibson’s Night City for setting and the opening pages of Stephenson’s Snowcrash (the pizza delivery part) for action.
Qué genial que te nombren, positivamente, en la misma frase junto con esa maravilla que es «‘Todos vosotros zombies…'»
(Gracias Joe y Ricard)
<
p class=»media»>[Estoy escuchando: «Misturas» de Benito Cabrera en el disco Travesías]
Consigue tu propia matrícula (americana). Aquí está la mía:
(vía Blogpocket)
La casa en el 115. Bitácora sobre «Ecología, Política, Literatura, Trova y TV». También es la primera bitácora española que me encuentro hospedada en TypePad.
[Estoy escuchando: «Sy 5-3rd mvmt; Allegro» de Beethoven en el disco Symphonies 5 & 6; Berlin/von Karajan]
En el terreno de la evolución posiblemente la batalla entre Dawkins y Gould sea la más sonada (al menos, para los que contemplanos ese mundo desde fuera). Una disputa que implica a muchos científicos, en ocasiones a ramas enteras de la biología, y que trasciende el hecho puramente científico para sustentarse sobre cuestiones políticas, sociales y religiosas. En Dawkins vs. Gould, Kim Sterelny intenta aclararnos no tanto quién tiene razón (porque probablemente cada uno tenga su parte de aciertos y fallos) como qué está en juego, en qué suposiciones se apoyan los contendientes y qué diferencias manifiesta cada uno sobre qué es la ciencia. He leído el primer capítulo y parece muy interesante:
Science has seen its fair share of punch-ups over the years, but one debate, in the field of biology, has become notorious for its intensity. Over the last twenty years, Richard Dawkins and Stephen Jay Gould have engaged in a savage battle over evolution that shows no sign of waning.
Dawkins, author of The Selfish Gene and The Blind Watchmaker, conceives of evolution as a struggle between gene lineages; Gould, who wrote Wonderful Life and Rocks of Ages, sees it as a struggle between organisms. For Dawkins, the principles of evolutionary biology apply just as well to humans as they do to all living creatures; for Gould, however, this sociobiology is not just ill-motivated but wrong, and dangerous.
Dawkins’ views have been caricatured, and the man painted as a crazed reductionist, shrinking all the variety and complexity of life down to a struggle for existence between blind and selfish genes. Gould, too, has been falsely represented by creationists as rejecting the fundamental principles of Darwinism itself.
Kim Sterelny moves beyond caricature to expose the real differences between the conceptions of evolution of these two leading scientists. He shows that the conflict extends beyond evolution to their very beliefs in science itself; and, in Gould’s case, to domains in which science plays no role at all.
Por lo que sé de Gould, su posición parece apoyarse en cierta concepción de qué es ser de izquierdas.
[Estoy escuchando: «Mal de Africa» de Battiato en el disco Battiato Collection, Vol. 2]