Reveré

El miércoles me dirigí a Alcalá de Henares a visitar a dios. Hasta hace poco dios vivía en Las Palmas (Gran Canarias), pero ahora se ha ido a Alcalá a trabajar en cosas de astrobiología y telescopios automáticos. Pero rvr, nombre porque el que se conoce a su encarnación actual, hace otras cosas: es el responsable e impulsor de Blogalia, la mejor comunidad de bitácoras de España y ahora prepara Bloxus, una versión pública de Blogalia.

Intenté hacerle una foto, pero la radiación divina fue demasiado para mi pobre teléfono (por cierto, dios usa el mismo teléfono que yo):

Comimos, bebimos mucha agua con gas (tenían 42 grados en Alcalá) y arreglamos el mundo como es habitual en estas situaciones. Rvr resultó ser tal y como lo esperaba: un hombre con la cabeza bien amueblada, muy conocedor y muy intereado en la ciencia. Además, es un gran informático. Para que luego digan que no son los nuevos hombres del renacimiento.

Por cierto, de invitado, a través del teléfono, estuvo JJ. ¡Viva la tecnología moderna!

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The Wooden Sea

Me quedé fascinado con Jonathan Carroll desde que leí su espléndida y, creo, única novela publicada en español: El país de las risas. Se le encuadra habitualmente en el terror, pero me parece más bien un escritor interesado en lo onírico. En sus libros pasan cosas terribles, muertes violentas y acontecimientos sobrenaturales, pero lo importante es ante todo el ambiente ilógico e irracional que recuerda a los sueños. En todas ellas, la realidad se desmorona y el protagonista o protagonistas deben abandonar la realidad común y enfrentarse a un universo que se guía por una metafísica radicalmente diferente, en la que personajes de cuentos, monstruos, ángeles, demonios y animales fantásticos coexisten sin problemas. Y ese efecto lo consigue con una escritura precisa, elegante, que recrea maravillosamente los personajes. Porque rara vez el interés de un libro de Jonathan Carroll está en la trama, que rara vez termina bien narrativamente, sino en el proceso del viaje, en el impacto que los acontecimientos tienen en los personajes.

Una cosa, habitualmente sus personajes, de una forma u otra, acaban en Viena. De hecho, creo recordar una única excepción.

Tuvo el hombre un gran bache con From the Teeth of Angels, pero The Wooden Sea es una buena recuperación. No pertenece al grupo de las mejores novelas de Carroll (por ejemplo, Outside the Dog Museum) pero mantiene un muy buen nivel. Es más, el personaje protagonista, el jefe de policía Frannie McCabe, es una de sus creaciones más deliciosas: de joven un delincuente juvenil, ahora un hombre seguro de sí mismo y responsable, enamorado de su mujer, pero sin saber hasta qué punto, un hombre con pasado y aparentemente poco futuro.

Todo empieza con un perro. El perro muere. Lo entierran. Y resucita. También hay plumas multicolores y dibujos que cuentan sus pasos futuros. Y para colmo, su yo de diecisiete años aparece en su vida. Supuestamente, una complicada conspiración cósmica está en marcha y él, por alguna razón, está justo en medio. Pronto Frannie se encuentra metido en una de esas historias alocadas, terrible pero contada con mucho sentido del humor, viajando de pasado a futuro, recorriendo su tranquila ciudad treinta años atrás o visitando la Viena (¿ven?) de bien entrado el siglo veintiuno. En un momento dado, incluso se encuentra con varias versiones de sí mismo a edades diferentes.

Y de eso se trata. No importa el final, porque la novela es más bien como el koan zen que le da título («¿Cómo remas en una barca sobre un mar de madera?») un ejercicio de confusión deliberada para el lector. Lo importante aquí es la exploración de las distintas personalidades de McCabe a lo largo del tiempo y de cómo han ido cambiando con la edad. Vamos, una exploración de la personalidad humana, pero no le digan a nadie que lo he dicho.

Como bono final, hay extraterrestres e incluso salen los Beatles al completo. Un libro mágico con el que Carroll me ha vuelto a encantar.

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