El libro de los cráneos de Robert Silverberg

El libro de los cráneos es una de esas novelas absolutas y maravillosas de Robert Silverberg, una obra maestra indiscutible. La historia de un viaje por carretera en busca de la inmortalidad que bien podría ser la historia de una complicada trama de asesinato o la versión de Silverberg de Revenge of the Nerds. A las pocas páginas de empezar el autor ya te dice cómo va a terminar, pero eso no importa, porque lo realmente interesante es el proceso. De la contraportada:

Cuatro estudiantes descubren un manuscrito, El libro de los cráneos, que revela la posible existencia de una secta en el desierto de Arizona, cuyos miembros ofrecen la inmortalidad a aquellos que completen su rito de iniciación. Para su sorpresa, descubren que la secta existe en realidad y que, si lo desean, está dispuesta a aceptarles como acólitos. Pero por cada grupo de cuatro que acceda al rito, dos tienen qeu morir para que los otros tengan éxito.

Esta novela es la clase de ciencia ficción inteligente, provocativa, que el género siempre amenaza con hacer pero tan raras veces logra. En El libro de los cráneos no encontrarás un futuro brillante con naves espaciales y planetas que conquistar, pero sí drama, misterio y ancestrales secretos con personas caracterizadas de manera magistral.

Hace un tiempo, escribe un artículo sobre varias novelas e incluía El libro de los cráneos entre ellas. Aquí está el texto correspondientes. Advierto que hay spoilers (no sé por qué lo hice, la verdad), así que será mejor no leerlo si se quiere leer la novela.

Comencé esta nota con un montón de novelas apiladas al lado del ordenador. Eran más de diez, pero esperaba hacer la selección teniéndolas delante y releyendo algunas páginas seleccionadas. Curiosamente este Liber Calvarium no parecía tener demasiadas posibilidades de ser escogida. Sin embargo, cuando la tuve delante no pude resistir la tentación de leerla, y casi sin darme cuenta la había terminado. Habiendo superado esa difícil prueba no tengo más remedio que incluirla.

El libro de los cráneos es una de esas novelas de viaje iniciático de Silverberg, un poco en la onda de Regreso a Belzagor pero donde el cambio final, la obtención de la inmortalidad, no es explícito como lo era en la otra novela. Aquí lo importante es el viaje en sí, no la llegada a la meta. Es más, me atrevería a decir que se trata de un viaje a ninguna parte.

Timothy es un rico aristócrata de Nueva Inglaterra, millonario, de gran éxito y vividor. Eli es un judío del ghetto obsesionado por su masculinidad y apasionado de la lingüística. Ned es un poeta homosexual. Oliver es un aspirante a médico, venido de la granjas de Kansas (como Superman) obsesionado por la muerte. Este heterogéneo grupo se embarca en una excursión de Semana Santa en busca de un misterioso monasterio donde se supone que puede obtenerse la inmortalidad. Los aspirantes deben ir en grupos de 4 y las reglas imponen que uno debe suicidarse y otro ser asesinado para que los dos restantes puedan obtener la inmortalidad. Así, Silverberg deja libres las mentes de sus personajes para que estos interaccionen de todas las formas posibles. Una vez más se manifiesta la habilidad de este autor para crear personajes complejos y sutiles, y su maestría en desnudarlos y mostrarlos como son: grises y humanos.

Como puede verse, la novela tiene una propuesta sugestiva: Ponemos cuatro personajes en busca de la inmortalidad. ¿Cómo reaccionarán? ¿Qué pensarán? ¿Cómo actuarán? Ese es el verdadero fondo de la novela, no la obtención de la inmortalidad -que es algo que sucede, si sucede ya que no está claro que los misteriosos mojes puedan dar realmente la inmortalidad, después de acabar la novela. Aquí lo importante es tener esos cuatro personajes juntos en un viaje en busca de la vida eterna.

Como sería de espera de Silverberg, la acción es puramente emocional. Los interesante aquí es ver como cada personaje reacciona ante los otros. El pecado, como siempre en la obra de Silverberg, ocupa un lugar importante en esta novela. El punto climático se produce cuando los aspirantes a la inmortalidad deben confesarse los unos a los otros su peor pecado para así estar limpios. Ned resulta ser responsable de la muerte de dos personas, Thimothy había violado a su propia hermana, Oliver había tenido relaciones homosexuales a los catorce años y Eli había cometido el peor de los pecados que podía concebir, sus logros en la lingüística se basaban en un plagio. Lo curiosos del caso, es que estos pecado sólo lo son para el pecador, los que escuchan la confesión no comprenden como alguien podría avergonzarse de eso. Finalmente, dos mueren y dos sobreviven, pero no hay perdedores ni ganadores: Los que obtienen la inmortalidad no son necesariamente más dichosos que los que han muerte. En cierta forma, lo importante es el camino.

[Estoy escuchando: «Fifteen Feet Of Pure White Snow» de Cave, Nick And The Bad Seeds en el disco No More Shall We Part]

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