Buffy, séptima temporada

Por el momento, no tengo nada que decir sobre ella. En realidad, tengo varias cosas que decir, pero todavía no he podido ponerlas en orden. En general me ha gustado, con reparos y con algunos episodios realmente extraordinarios. Pero me han indicado que varias personas querrían hablar de ella, y por eso pongo esta entrada. Venga, a comentar.

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Me muero de envidia

Soy un hombre envidioso, lo confieso. No envidio cualquier cosa, sólo las importantes. Víctor Ruíz acaba de conseguir (a esta misma hora) que Joi Ito escriba una entrada sobre él. ¡Qué tío! Por suerte, son dos personas a las que admiro (¿tendría sentido la envidia si no?)

[Estoy escuchando: If You’re Feeling Sinister de Belle and Sebastian en el disco If You’re Feeling Sinister (05:21)]

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Damián Fernández

¿Adivinan a quién me encontré hoy en eGallaecia (yo la llamo así, pero en realidad es III semana…)? La verdad, si quería que fuese una sorpresa no debería haber puesto su nombre en el titular. Pero bueno, la cuestión es que yo estaba en la sala y miraba a mi alrededor encontrándome de vez en cuando con un señor bien trajeado que me resultaba muy familiar. Claro, el hombre en su web, Vfork Failed, tiene una foto con camiseta y por eso no le reconocía. Él, sin embargo, reconoció mi teléfono (¿quién si no iba a estar haciendo fotos en ese sitio con un teléfono móvil?) y se presentó. Aprovechamos para charlar un rato y me estuvo contando cosas fascinantes del mundo linux, programación y problemas con ADSL. Por supuesto, quedó inmortalizado:

Y sí, le reñí por no actualizar más a menudo.

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Kevin Mitnick

Kevin Mitnick, que fue cracker y ahora se dedica a la seguridad, está dando una conferencia en Santiago, en el marco de eGallæcia. La conferencia en sí es menos interesante de lo que esperaba. Básicamente está hablando de lo fácil que es engañar a la gente para obtener acceso a un sistema informático. Él es más interesante de lo que esperaba. Divertido.

Actualización: Básicamente, Mitnick vino a contarnos, como dice mi amigo Manolo, el timo de la estampita, a nosotros que vivimos en el país que inventó el timo. Nos habló de cómo los «malos» engañan a la gente para conseguir acceso al sistema, método que llama, o se llama, «Ingeniería social», que no deja de parece un término bastante «tremendo» para la simple idea de que es fácil engañarnos. Sus anécdotas fueron muy divertidas, aunque si habías visto la película Atrápame si puedes te sonaban a conocidas. En general bien, pero yo no hubiese pagado lo que me dicen que pedían por oírle. La sala, por otra parte, estaba prácticamente llena.

Eso sí, el hombre era un verdadero imán para los fotógrafos y se pasó fácilmente diez minutos antes de empezar dejándose fotografiar y filmar porque no lo dejaban en paz (y eso que comentó que quería empezar ya y que los flases le distraían):

Quise hacerle una foto más de cerca, pero por desgracia me quedé atrapado en la clausura y no pudo ser. Al menos, mi primer experimento de moblogging salió razonablemente bien. Lo sorprendente es que tratándose de un foro de tecnologías de la información no haya cobertura inalámbrica oficial -extraoficialmente, parece que sí la hay- pero supongo que en España seguimos a la cola de todos. Por otra parte, va de tecnología, pero sobre todo va dirigido a empresas y negocios. Incluso Mitnick llevaba corbata.

(Ojo, que no tengo nada contra las corbatas. Yo me pongo una en cuanto tengo oportunidad.)

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Gafas

Ayer salí un rato con mi amigo Eduardo a una óptica (MTM Ópticos, aquí en Santiago) en busca de lentillas. Las mías no pudo ser, tenían que pedirlas debido a mis astigmatismo. Como lo de Eduardo llevó un ratito, aproveché para probarme algunas gafas de sol.

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Flacideces intelectuales

Cuentan que uno de los espectáculos más tristes de este mundo es contemplar un pene flácido después del coito. Disiento, uno de los espectáculos más tristes de este mundo lo ofrecen los intelectuales, especialmente al contemplar como a algunas de las mejores mentes de su generación se les va quedando flácido el cerebro.

Empecemos por una declaración radical: la democracia es terrible para algunas personas. Tal es así, que se aspira a sustituirla por una dictadura cuatrianual: es decir, cada cuatro años se nos permitiría elegir a un dictador que tendría libertad para hacer lo que quisiese durante los siguientes cuatro años. ¿Por qué es terrible la democracia? Porque cuando das libertad a la gente, ésta tiene la mala costumbre de empezar a ejercerla, a decidir por sí misma y, lo peor de todo, no pedir permiso a las elites. En ese aspecto, nada fastidia más a un intelectual que el hecho de que la gente se atreva a ver la tele sin consultarle primero, leer cualquier libro sin buscar primero su opinión o, pecado de los pecados, se atreva a publicar escritos que no hayan pasado por la preceptiva censura orgánica y no tengan el indiscutible sello de «intelectualidad».

Ése temor a la masa anónima que no respeta las tradiciones ni las jerarquías establecidas me temo que está detrás de algunas declaraciones que leo últimamente. El espacio de libertad, relativa y me temo que temporal -están en proceso de recortarlo, ya lo comentaré algún día-, que ha significado Internet asusta, y aparentemente asusta mucho. ¿Cómo explicarme si no las declaraciones de un hombre al que admiro tanto como Román Gubern? Hoy las enlazan tanto fernand0 como Caspa.tv y vienen a resumirse bien en el título de la noticia: «Los tontos nunca habían tenido tanta audiencia», refiriéndose no a los textos que publican todos los días los periódicos, sino a lo que la gente corriente cuelga en Internet.

(Obsérvese, por otra parte, que estoy comentando lo que los periodistas dicen que Román Gubern ha dicho, lo cual siempre es peligroso.)

No me molesta que me llame tonto -hecho que estoy dispuesto a admitir sin ningún problema- pero sí me fastidia la chulería intelectual de considerar que los tontos no tenemos derecho a expresarnos y contar lo que nos parezca. Y también me fastidia esa jerarquía implícita -o muy explícita- cuando comenta que según él «vale lo mismo un texto de un tonto que un texto de un curso de Harvard». Como ya bien dice fernand0, ¿qué nos garantiza que el autor del curso de Harvard no sea un tonto? ¿El tener un título universitario? Yo también tengo un título, ¿eso me hace listo?

Sí, hay muchos textos que no valen nada, tanto en Internet como fuera de ella. Pero la libertad tiene esas cosas. Cada uno tiene derecho a contar cómo fue un día a probarse gafas de sol o a hablar de universos paralelos. Y si quiere discutir interminablemente sobre Hotel Glam, ése también es su derecho. Internet permite rebajar la barrera de entrada a la publicación, y con muy poco dinero, o cero, cualquiera puede ofrecer su punto de vista. ¿Qué no te gusta lo que dice o cómo lo dice? La solución es muy simple: no lo leas. Y si te parece que se equivoca, pues ya sabes, puedes también publicar tu propia opinión ofreciendo tus argumentos en contra.

Lo que olvida éste insigne catedrático de periodismo es que hay muchas personas muy listas por este mundo, y algunas de esas personas publican todos los días en internet. Y esas personas saben mucho, y comparten libremente sus conocimientos. Dan Gillmor (al que también hace referencia fernand0) lo resumen en la frase «Mis lectores saben más que yo» (el enlace corresponde a una presentación en Powerpoint), frase que deberíamos grabarno a fuego en el interior del cráneo. Internet me ofrece la oportunidad de conocer a muchas -un número enorme en realidad- de esas personas que saben más que yo. Qué quieren que les diga, a mí me compensa.

Actualización: parece que sí hay periodistas que entienden de qué va el asunto. En «If you really want to know, ask a blogger» se defiende la siguiente postura:

In fact, when it comes to many topics in which I have a professional interest, I would sooner pay attention to particular blogs than to anything published in Big Media – including the venerable New York Times. This is not necessarily because journalists are idiots; it’s just that serious subjects are complicated and hacks have neither the training nor the time to reach a sophisticated understanding of them – which is why much journalistic coverage is inevitably superficial and often misleading, and why so many blogs are thoughtful and accurate by comparison.

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