Las horas

Hay veces que ves películas malas y en otras ocasiones ves películas absolutamente repugnantes. Ser una película mala no es lo mismo que ser una película repugnante. Para ser repugnante se necesita ir un poco más allá. Las horas es una de esas películas absolutamente repugnantes.

No es sólo que la película sea más falsa que una moneda de 22 euros, no es sólo que no haya en ella ni una sola emoción verdadera, no es sólo que ninguno de los personajes se comporte con la mínima naturalidad, no es sólo que sea literaria en el peor sentido de la palabra. Los personajes hablan como si estuviesen declamando desde un púlpito y considerando la posibilidad de grabar sus palabras en piedra. No es sólo que la película sea totalmente artificial, pedante, pretenciosa y carente de cualquier intención de iluminar o explorar la vida de sus personajes. Lo tendría difícil, porque no hay vida en ninguno de ellos (exceptuando el interpretado por Claire Danes, un soplo de aire fresco cuando aparece), que no pasan de ser marionetas de las manipulaciones del director, quien te dicta una y otra vez (con interminables planos de los ojos de un niño, por ejemplo) lo que debes sentir.

No, no es sólo eso.

Lo absolutamente repugnante de la película es el mensaje: no hay nada como una buena depresión para tener una rica vida interior, que una buena depresión (y si está acompañada por algún otro trastorno mental, mejor) te aparta definitivamente de la mediocridad de la existencia. La depresión es una enfermedad terrible, no una tuberculosis del siglo veintiuno para que culturetas y seudointelectualoides la conviertan en la nueva marca del romanticismo. Supongo que no pretendían tal cosa, supongo que deseaban dar otro mensaje, pero el resultado final es ése (en ese aspecto, me recuerda a Una mente maravillosa que tenía la desverguenza de contarte que lo mejor para ser una genio era tener una buena esquizofrenia y dejar la medicación). Tal es así, que la película maltrata sin piedad a los maridos de las protagonistas -hasta el punto casi de acusarlos de ser responsables de lo que sucede- por el altísimo crimen de pretender llevar vidas normales y querer a sus mujeres.

Ver Las horas es como contemplar un accidente de tráfico. Es absolutamente fascinante seguir el desarrollo de un desastre de tales proporciones. Pero esa fascinación no borra el hecho de que lo que presenciamos es lamentable.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Uxio

    Yo no he visto Las Horas pero si que vi una mente maravillosa y creo que estás equivocado con tu valoración: No creo que sea así de simple sino que lo que cuenta realmente es la capacidad de superación (lo que ocurre con los fármacos contra la esquizofrenia es real) y como es capaz de superar ese gran problema. Además no hace hincapié en que sea buena la esquizofrenia sino en como la supera.
    Eso es lo que yo creo pero cada uno tiene su opinión 🙂

  2. Para que nos vamos a engañar, en el 99.9% de las ocasiones que leo un post tan alejado de la realidad y el sentido común como éste, me voy. Y sin remordimientos de conciencia.
    Pero te has pasado.

    La película es una típica película costumbrista donde recrear las épocas que aparecen parece más importante que la historia en sí. Es sensiblera, teatral, y dirigida exclusivamente a mujeres menopáusicas o gays cultos.

    Pero es una película que, además de una fotografía muy buena, un montaje buenísimo, y una historia medio interesante, tiene a Nicole Kidman, Julianne Moore y Meryl Streep. Tres actuaciones maravillosas. La de NK, de un personaje encerrado en si mismo, sin gestos, sin acento, sin dejes, sin muecas. JM en el único papel creíble que le he visto, que llega a emocionar. Y MS que ya podría salir en la película mirando a cámara sin decir nada que sigue siendo igual de guapa y de fantástica actriz.
    Ed Harris bastante pasable en su papel de poeta sidoso amargado, aunque quien lo dobla al español debería arder en el infierno porque me revienta los tímpanos sólo oir su voz.
    Y es que ir a ver esta película es dos cosas: ver a un reparto increíble, y dejarte llevar por la emoción sensiblera o aburrirte como una ostra.
    La banda sonora de interminables solos de piano se hacía insoportable, pero por lo demás, una hecho tan sencillo y tan poco trágico como es vivir por los demás (actuar según lo que los demás esperan, ser una sombra de alguien, existir sólo para satisfacer a otra persona), se convierte en el eje de una historia sin moraleja, sin lecciones y, por supuesto, sin ganadores.
    Porque está muy bien el hiperrealismo en el cine, pero no siempre. Porque una película tan increíblemente buena como American Beauty (y no las estoy comparando), no sería ni la mitad de lo que es si no fuera una película bella como es.

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