Muere otro día
James Bond vuelve. Y en esta ocasión, y sin que siente precedente, las encantadoras figuras femeninas que pueblan los títulos de crédito (a) están insertadas en la trama y (b) consiguen ser en ocasiones claramente amenazadoras como pesadillas que son. Tal detalle prefigura una película… no voy a decir diferente o innovadora, pero sí ciertamente distinta para lo que es habitual en la serie.
En usual que a James Bond lo capturen, al menos cinco veces por película (por qué el malo de turno no le pega un tiro en ese momento será siempre un misterio sin resolver). Pero en este caso, y aquí tenemos el detalle distinto, lo capturan, lo retienen durante muchos meses y lo torturan para más ignominia (y por cierto, también nos informan de que James Bond puede cambiar a voluntad la frecuencia de latido de su corazón, una habilidad que ciertamente recuerda al superagente Flint, quien paraba su corazón durante varias horas para poder descansar mejor). En ese punto es cuando aparecen las famosas chicas de los títulos de crédito, supongo que como alucinaciones de un Bond que las pasa putas. Al final lo intercambian por el malo segundo (como en todas, hay un malo primero. El malo segundo de esta peli no es especialmente memorable. ¡Cómo te echamos de menos Tiburón!) y su propio bando sospecha que es un traidor. Bond escapa, claro, de los suyos, y se lanza a una aventura personal en busca de respuestas.
(No es que ande por ahí como bala perdida durante mucho tiempo, pronto su gobierno le readmite. En Alta tensión sucedía algo similar, con Bond embarcado en una venganza personal sin el consentimiento de su agencia.)
Lo demás ya se parece más. Escenarios exóticos, chicas bonitas, explosiones, millonarios malvados (hay que ver la fascinación que sienten los millonarios productores de la serie con los millonarios malvados y excéntricos. No dudo que se ríen de los comportamientos de más de un rico británico pero no deja de sorprenderme. Aunque quizá no, porque ahora mismo estoy leyendo Historia natural de los ricos que va precisamente de cómo los ricos tienen esa especial tendencia a exhibirse, pavonearse y ganar aún más dinero. Quizá sea eso), guaridas secretas en lugares absurdos, cacharritos inverosímiles, etc… Es decir, todo lo que uno ama y espera de una película Bond.
La segunda novedad se refiere a las chicas Bond. Una de ellas sabe que es chica Bond y que acabará muerta. Es uno de los chistes autoreferenciales más divertidos de la peli. La otra chica Bond es una especia de versión femenina del superagente, Jinx. Con estilo, mortal y tan promiscúa como el agente británico. Curiosamente, a mí el personaje me gusta mucho (es más, tengo entendido que van a hacer una película dedicada sólo a ella) pero no la actriz.
Por lo demás, siendo la película del 40 aniversario parece que los guionistas han escogido grandes momentos del pasado de Bond, los han agitado bien y han logrado una especie de síntesis muy divertida, sin pies ni cabeza, con agujeros argumentales por los que podría pasar un destructor imperial, pero que posiblemente sea la segunda mejor película de James Bond con Pierce Brosnan a la cabeza. Hay que destacar especialmente la pelea entre rayos láser que recuerda a…