Enoch Root y el oro
Había olvidado ponerlo. Javier Cantero ha reflexionado sobre Enoch Root y el oro.
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Había olvidado ponerlo. Javier Cantero ha reflexionado sobre Enoch Root y el oro.
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se hace eco de una información publicada en Nature sobre las monedas de euro. Las monedas de uno y dos euros están fabricadas con dos anillos de aleaciones diferentes y por tanto:
In a sweaty palm, each coin is like a tiny battery, Nestle’s team shows. When sweat gets between the two different alloys of the central pill and outer ring of 1- and 2-euro pieces, metal ions flow between them. This makes the coins corrode, releasing nickel ions, which can set off itching and redness in up to 30% of the population.
Es decir, las moneditas de marras podrían emitir iones de niquel, lo que a su vez podría desencadenar una reacción alérgica en la piel.
¿Será un efecto real o será una entrada más en la carrera por encontrarle defectos al euro? La pregunta que no se responde es si alguien efectivamente ha sufrido alguna reacción alérgica por esa causa.
En La decadencia del ingenio hablan de este libro y parece muy interesante. Reflexiona:
Otra duda que surge al respecto y que quizás no le resulte tan agradable a científicos como Ferris: si estamos en un mundo que sorprende al propio Dios, ¿podemos nosotros pretender saber algo acerca de este universo? ¿Quedaría algún espacio para las certezas, por mínimas que fueran?
Claro que, en todo caso, esto no significa que haya que renunciar a querer saber cómo es la realidad, sino que hemos de ser conscientes de que esta realidad (si es que existe tal cosa) es inasible. Aunque, en el fondo, la ciencia no es más que eso: una búsqueda eterna de respuestas que acaban siendo reemplazadas por respuestas que son mejores que las anteriores, pero que no son, por suerte, definitivas. La renuncia sería el único fracaso.
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Imaginen el siguiente anuncio. Un señor trabajador y triunfador regresa a su casa. El atribulado proveedor del hogar descubre que su señora ha destrozado la ropa al no saber poner bien una lavadora. El prócer, ni corto ni perezoso, coge el teléfono, llama al servicio técnico y exige que le cambien a su mujer, porque ésta no funciona bien.
¿Cuánto tardarían en retirar semejante anuncio?