Noticias de la noche de Petros Markaris

Una pareja de emigrantes albaneses es asesinada y cuando otro albanés se confiesa autor del crimen el caso parece quedar definitivamente cerrado. Pero la insistencia de una periodista, que no deja de preguntar por un bebé, hacen que el comisario Jaritos, de la policía de Atenas, comience a pensar que el asunto podría tener más ramificaciones de las que aparenta. Y no ayuda a reducir esa impresión el hecho de que la periodista acabe asesinada, y también, posteriormente, su sustituta.

La novela, Noticias de la noche, de Petros Markaris contiene todos los elementos habituales del género negro: detective cínico y con hábitos extraños (en este caso, lector de diccionarios), con una relación matrimonial no del todo positiva, subordinados ineptos, jefes nada comprensivos y trama sórdida; pero todo ligeramente alterado y a contrapelo del estereotipo, como en toda buena historia de detectives.

El detective es uno de esos sabuesos que no suelta la presa hasta llegar al fondo del asunto pero que comprende la fragilidad humana aunque no pueda, por su trabajo perdonarla y que es capaz de aprender cuando le demuestran que se equivoca. Con un pasado ligado a la represión de la dictadura, su humanidad le ha permitido salir extrañamente limpio e incluso los comunistas confían en él. El matrimonio, aunque hecho de peleas y conflictos está en el fondo lleno de ternura y una de las grandes habilidades del libro es darlo a entender, con escenas cuidadosamente escogidas y escritas, sin caer en la sensiblería.

Incluso la lectura de diccionarios sirve al autor para lanzar más de una pulla satírica hacia los nuevos usos lingüísticos donde todas las palabras se toman del inglés incluso cuando existe un perfecto equivalente en la lengua original.

En cuanto a los subordinados, su ineptitud es en ocasiones una virtud. Y los jefes, no son tan poco comprensivos como parecen y en ocasiones se muestran más flexibles e inteligentes que el detective (que no puede evitar admirarlos después de verlos en acción).

Y la trama sórdida sirve a Petros Markaris para certeros e inteligentes comentarios sociales. Y es asombroso que una novela que parece tan centrada en el misterio de los asesinatos pueda hablar con tanta profundidad del pasado dictatorial de Grecia, de cómo los medios de comunicación crean en muchas ocasiones las noticias que ofrecen, de los extraños equilibrios que se requieren para el ejercicio del poder o, como parece obligado en la Europa de nuestros días, de la inmigración; mostrando en todo momento una soberbia contención, sin permitirse ningún exceso.

El estilo de Petros Markaris es siempre cuidadoso, en ocasiones casi minimalista, lo que ayuda a resaltar esos momentos emocionalmente importantes para la trama. El retrato de la Atenas de principios de los noventa es soberbio y la construcción de personajes magistral. Todos están descritos en muy pocos trazos, pero todos también se muestran como personajes vivos, grises en su humanidad, sin caer en los estereotipos.

Noticias de la noche es una absorbente novela de misterio, extremadamente irónica y viva, construida con un estilo limpio y muy visual, que sirve como comentario a una situación política que se parece mucho a la nuestra.

Publicado originalmente en El archivo de Nessus.

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Asesinos sin rostro, de Henning Mankell

El asesinato es un acto social. Un acto terrible que exige la interacción de al menos dos personas: víctima y asesino. El cuadro se completa añadiendo un tercer elemento: el detective, que debe descubrir la verdad y restaurar el orden. Quizá por esa razón, la novela negra deriva con tanta facilidad hacia el comentario social. Un asesinato y su investigación ofrecen una oportunidad única para estudiar los modos y uso de la sociedad en curso.

Se puede pensar en el detective clásico que investigaba asesinatos casi, digamos, cordiales. En una novela de Agatha Christie se asesinaba conservando en todo momento las reglas del decoro. Por lo general, no había ensañamiento más allá de lo estrictamente necesario para causar la muerte. Incluso en Asesinato en el Orient Express, el ensañamiento tenía precisamente como propósito cumplir un ritual social.

Y la existencia de esos rituales permitía al detective resolver el crimen. Ante un asesinato se empezaba tirando de familiares y conocidos, explorando la malla de motivos y oportunidades, buscando a aquellos, que por lógica, más se beneficiarían de la muerte. Los asesinatos, simplemente, no se producían en vacío.

Pero los tiempos cambian, y llegan nuevas formas de asesinar. Y a dos de ellas se enfrenta Kurt Wallander, policía de los de antes, recién separado, al que su hija no le habla, nada más iniciarse Asesinos sin rostro, un policía viejo en un mundo nuevo. Son crímenes horrendos, como todos, pero de un horror acentuado por lo que tienen de arbitrarios, de ilógicos, de mecánicos, de salvajes.

El primero implica a una pareja de ancianos del campo de Suecia que es torturada y asesinada salvajemente. Parece que no hay motivo y el asesino, en un detalle estremecedor, tuvo la sangre fría de alimentar al caballo. Para complicar más aún la situación, la única pista es la palabra pronunciada por la mujer poco antes de morir: «extranjero».

Y de un singular a un plural no hay más que un paso. De un «extranjero» asesino a «todos los extranjeros» son asesino sólo media un abismo lógico que muchos están dispuestos a saltar sin problemas. Nace así el segundo crimen, en el que el orden social se desmorona dejando paso a la xenofobia más radical.

El racismo, la xenofobia, e incluso el fascismo con su mecanización de la muerte, son los temas de esta novela. Narrada con convicción y habilidad, va desgranando las diversas vueltas de esta investigación doble, llena de callejones sin salida, donde la intuición más que la lógica parece ser la aliada fiel del detective.

En esta novela de tantos personajes, uno destaca especialmente. Se trata de Rydberg, un detective particularmente minucioso, protagonista de algunas de las mejores escenas, que no deja que los sentimientos le cieguen ante la realidad que tiene ante los ojos. Es un hombre que simplemente no cae ni en un extremo ni en el otro.

El personaje protagonista, Kurt Wallander, sostiene toda la narración y es realmente su problemática personal lo que impulsa la novela. Enfrentado a unos crímenes que no entiende y con una vida personal desbaratada, es su lucha por resolver esos dos aspectos lo que mantiene la atención del lector. Al final, la recompensa no está tanto en la resolución de los crímenes, como en comprobar la reacción del policía ante el mundo nuevo que descubrió al entrar por primera vez en aquella habitación salpicada de sangre por todas partes.

Asesinos sin rostro es una novela ágil y efectiva, apasionante en la interacción de los personajes (porque realmente acción física hay muy poca), que no vacila en reflexionar sobre los cambios sociales de su país de origen y, por extensión, en el resto de Europa. El mundo simplemente cambia, y las formas de matar también, pero un asesinato sigue siendo un asesinato.

Publicado originalmente en El archivo de Nessus.

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