El glamour de Christopher Priest

Christopher Priest es uno de esos autores con un tema fundamental, al que regresan obsesiva y metódicamente. El suyo, en particular, es la curiosa relación entre lo real y lo imaginario, o, la relación entre la ficción que finge ser real y la realidad que finge ser ficticia. En sus novelas y cuentos todo se entremezcla y nada, absolutamente, nada es lo que parece. De pronto, un personaje al girar una esquina, se ve transportado a otro mundo irreal y fantástico, como en el caso de The Affirmation. O de pronto la realidad resulta no ser lo que parece, como en The Extremes.

En El glamour, Richard Gray se despierta en un hospital, después de haber sido víctima, supuestamente accidental, de un horrible atentado. Un día aparece Susan, que dice ser una novia reciente con la que mantuvo una relación problemática por culpa de un misterioso personaje llamado Niall, que parece ejercer un curioso y extraño dominio sobre la joven. El problema es que Richard no la recuerda, de la misma forma que no recuerda nada de las semanas anteriores al atentado. Pero Richard, después de una sesión de hipnosis, empieza a recuperar parte de sus recuerdos, en forma de narración manuscrita sobre un onírico y surreal viaje por Francia con Susan.

¿Existió ese viaje? ¿Qué parte de los recuerdos de Richard son reales y qué parte no? La cosa se complica aún más cuando Richard descubre que él, al igual que Susan y Niall, posee el glamour, la capacidad de trastornar la mente de los demás para convertirse a efectos prácticos en invisibles. Una capacidad que permite a Niall en particular dominar casi por completo la vida de los que le rodean sin que éstos lo perciban (en un momento dado, Susan dice que «Niall siempre está aquí»).

En las novelas de Priest lo problemático, en el sentido de elemento a desentrañar, nunca en lo real, sino lo propiamente ficticio. Así, The Affirmation podría leerse con facilidad como un fascinante ejercicio en la construcción del personaje literario. Y en The Prestige, el secreto está en la lectura adecuada del texto. Pero eso son dos ejemplos donde la estrategia tiene éxito, no así en El glamour.

El secreto de El glamour es trivial y sus descubrimiento por parte del lector le deja indiferente. Uno podría bien preguntarse si era necesario escribir un libro tan largo para explicar algo que la propia novela aclara en apenas cinco páginas. Christopher Priest es un autor con gran capacidad y habilidad, pero en esta ocasión ha pretendido hacer pasar un truco literario por reflexión seria.

De esa forma, la novela, a pesar de su comienzo prometedor, es periódicamente aburrida. Carece de la tensión y de la economía narrativa del mejor Priest. Richard es demasiado marioneta para ganarse la simpatía del lector, y Niall es un demiurgo («yo soy sólo yo» dice de sí mismo) controlador obsesivo, y su verdadera identidad no es ni sorpresiva ni tiene interés (¿quién puede pasearse, aparte de Dios, impunemente por las páginas de una novela?). Hay más suerte con Susan, una mujer atrapada entre el hombre al que quiere, pero que se niega a creer, y el hombre que la controla, pero que se niega a amar.

Publicado originalmente en El archivo de Nessus.

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