Los sueños de Lincoln de Connie Willis

Quizá sea preciso aclarar un punto sobre Los sueños de Lincoln: es una novela con tema. Es decir, trata de algo fundamental e importante para su autora, y no se oculta en ningún momento que así es. Para algunos lectores eso puede ser un problema, porque se asume que una novela no debe tratar ideas morales, como en este caso.

Jeff trabaja como investigador para un novelista que prepara una novela histórica sobre la Guerra Civil americana. En particular, está interesado en el significado de los sueños de Lincoln. Un día, Jeff conoce a Annie que tiene sus propios problemas con los sueños. Jeff comprende que Annie sueña los sueños del general Lee y decide ayudarla. Junto con ella, viaja por algunos de los paisajes de la Guerra Civil americana buscando las claves de los sueños que atormenta a la mujer de la que, instantáneamente, se ha enamorado.

Los sueños de Lincoln es ante todo una historia de amor, pero también es una reflexión sobre el deber. Cada personaje debe descubrir al final sus razones para actuar y el destino que su sentido del deber les obliga a cumplir. Hay elementos de viaje en el tiempo, pero en esta ocasión, el viaje se produce en el mundo de los sueños, lo cual lleva la novela más al terreno del fantástico.

El planteamiento es casi perfecto, y una relectura desvelará muchas de los paralelismos entre la situación durante la Guerra Civil (que se manifiesta de varias formas en la novela) y personajes del presente (en particular, Jeff). La Guerra Civil en sí está perfectamente reflejada sin llegar a ser una novela histórica. El conflicto se presenta como actual y es fácil creer que su influencia se hace sentir hoy.

Los sueños de Lincoln es una magnífica historia de amor y una profunda reflexión sobre el deber.

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Los mejores relatos de ciencia ficción, de Ricardo Bernal (selección y prólogo)

Este volumen, Los mejores relatos de ciencia ficción, está claramente dirigido a un público juvenil. Quizá eso explique que ningún cuento sea realmente moderno, que los temas tratados sean los habituales de la ciencia ficción pero sin más honduras de las estrictamente necesarias. Se trata, en suma, de una antología convenientemente domesticada, para consumo de un público que sin bien puede tener simpatías hacia el género no es necesariamente lector habitual. Eso claro, la torna ideal como antología de introducción o iniciación.

No es por ello que los cuentos sean malos. Todos tienen una calidad más que aceptable y son agradables de leer. Como ya he dicho, no hay nada realmente extraordinario y no se ha intentado manifestar el abanico temático de la ciencia ficción. Entre los menos satisfactorios tenemos: «Exilio» de Edmond Hamilton, con una idea que quizá sorprendió en su día pero que es hoy tal cliché que es difícil no averiguar el final nada más empezar a leerlo; «Lección de historia» de Arthur C. Clarke, que no es más que una de sus habituales bromas en forma de cuento, agradable de leer e irónica pero lastrada por su forma; y «Recuerdo perdido» de Isaac Asimov, que trata de seres del futuro que añoran cuando era maravilloso ser humano.

Mas satisfactoria es el resto de la aportación anglosajona. «El sexto palacio» de Robert Silverberg es una agradable historia sobre tesoros perdidos y guardián temible que termina con un adecuado giro irónico. «El ruido del trueno» de Ray Bradbury combina la ucronía con el viaje en el tiempo mostrando las terribles consecuencias de incluso el acto más pequeño. «Deserción» de Clifford D. Simak es el tipo de historia que uno esperaría de su autor: lírica y pastoral, a pesar de situarse en Júpiter, pero que sin embargo consigue reflexionar con cierta hondura sobre la experiencia de «el otro».

Pero tres cuentos forman claramente lo mejor del volumen. El más magistral y mejor contado es «El nuevo acelerador» de H.G. Wells (es interesante observar que el mejor cuento de una antología de ciencia ficción tiene ya un siglo) que comienza como lo que parece un informe más o menos interesante sobre una nueva droga milagrosa y acaba siendo algo completamente distinto, en un giro inesperado y que demuestra la gran capacidad que tenía Wells para la crítica social. «De cómo Ergio el autoinductivo mató a un carapálida» de Stanislaw Lem trae, junto con Wells, un cierto aire diferente al trasladar las preocupaciones básicas de la ciencia ficción a un ambiente fantasioso y juguetón, donde la cibernética convive con los dragones. Y por último, «Lo recordaremos por usted perfectamente» de Philip K. Dick que sirvió de base a la película Desafío total. Lo único a comentar de este cuento es que se conserva sorprendentemente bien, y que los juegos irónicos de la trama siguen siendo dignos de su autor (y que incluso sorprende en la relectura).

Ya ven. Nada es realmente desconocido, y casi cualquier aficionado al género habrá leído la mayoría de los relatos incluidos. Aún así, no deja de ser una antología de calidad a muy buen precio.

Publicado originalmente en El Archivo de Nessus, 2000

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